SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Sí y No
La vida cristiana requiere que seamos conscientes al aceptar la humanidad y rechazar el pecado
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Esta semana leeremos acerca de un cambio — como la Iglesia primitiva comenzó su misión con los Gentiles. Anteriormente, solo había un “no” para los Gentiles, porque no formaban parte del pueblo escogido por Dios. Ahora, comenzó a ser un “sí” para los Gentiles, aun cuando siempre se mantuvo un firme “no” a su idolatría y sus pecados.
De alguna manera el cambio es un simple punto en la historia: sucedió. Sin embargo, de alguna manera ese cambio suministro la guía para nuestra misión en el mundo actual.
La verdad metafísica de la Encarnación es que Dios se hizo carne para salvar a la humanidad pecadora. La Encarnación fue un sí a la humanidad y un no al pecado. La verdad metafísica también se expresó en el ministerio práctico de Jesús. Cuando se dirigió a los recolectores de impuestos y pecadores, Su ministerio siempre fue un “sí” a la persona, aun cuando siempre fue un “no” al pecado.
Ese “sí y no” es la clave para comprender muchas de las enseñanzas de la Iglesia y enmarcan el enfoque católico acerca de algunas importantes preguntas culturales.
Por ejemplo, a medida que nos aproximamos a la fiesta de San José Trabajador, (el 1o. de mayo), es apropiado pensar acerca de cómo ese “sí y no” puede enmarcar nuestro enfoque del tratamiento de la masculinidad.
En nuestra historia, desafortunadamente, ha habido muchos ejemplos de decir “sí” al regalo de la masculinidad que también incluyeron un “sí” a las distorsiones de ese don. La cultura actual está tratando de revertir el guion: decir “no” a las distorsiones de la masculinidad diciendo “no” a las distinciones entre masculino y femenino.
Por supuesto, tratar de borrar esas distinciones nunca va a funcionar por la simple razón de la naturaleza humana. Sin embargo, esa no es la manera católica. Las enseñanzas de la Iglesia, siguiendo el patrón de Jesús, le dan un “sí” resonante a las distintas características tanto del “genio masculino” como del “genio femenino”, aun cuando decimos un “no” resonante a cualquier distorsión de ambos. (Para ver ejemplos no necesitamos mirar más allá de La Internet y las noticias). No podemos permitir que nuestro “sí” a la distinción se transforme en un “sí” a la distorsión; no podemos permitir que nuestro “no” a la distorsión se transforme en un “no” a la distinción. Si mantenemos el “sí” y el “no”, podemos corregir nuestra historia y mostrar a la cultura una mejor manera.
La solución a la masculinidad tóxica es restaurar y cultivar el genio de lo que Dios pretendía, no deshacerse de la masculinidad. En ese sentido, el lavado de los pies es un momento icónico para nosotros; sí al genio masculino (y sí al genio femenino), y no a la suciedad que se aferra a el en un mundo caído.
“Sí y no” es uno de los grandes temas del enfoque de Dios a la humanidad pecadora. Está escrito en todo el Antiguo Testamento: “sí” al pueblo de Dios, “no” a sus pecados. Está escrito en todo el ministerio de Jesús: la cruz es un gran “sí” a nosotros y un gran “no” a nuestros pecados. Toda la vida de Jesús fue una vida entre el “sí y el no”. Necesitamos vivir en ellos más conscientemente y con mayor habilidad con respecto a las preguntas esenciales de nuestro tiempo.
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