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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Prediquen el Evangelio con palabras y obras

La revelación de Dios y la predicación de Jesús llegaron a la gente en palabras y obras

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

Esta semana celebramos una serie de testimonios. San Justino Mártir dio testimonio del Evangelio al negarse a hacer sacrificios a los ídolos en la Roma del siglo II. San Carlos Lwanga dio testimonio del Evangelio al negarse a cumplir con la inmoral agenda sexual del rey en la Uganda del siglo XIX. San Bonifacio dio testimonio proclamando el Evangelio y derribando templos paganos en la Alemania del siglo VIII.

Estos santos nos plantean una pregunta: ¿Qué significa para nosotros dar testimonio del Evangelio en el Missouri del siglo XXI?

Muchas personas instintivamente se dirigen a la cita atribuida generalmente a San Francisco: “Predica siempre el Evangelio. Si es necesario, utiliza las palabras.” Sin embargo, quiero decir que las palabras son necesarias si vamos a dar testimonio del Evangelio en nuestros días.

Nuestras vidas están llenas de palabras. Vivimos con correos electrónicos, textos, blogs y búsquedas en Google. Las palabras son una característica central de cada parte de nuestras vidas. Es absurdo tomar esta área — la fe — y sugerir que allí no necesitamos palabras.

Esto no quiere decir que las palabras son la primera y la última cosa cuando se trata de proclamar el Evangelio. ¡No lo son! Las obras deben ser lo primero y lo último, pero si nos detenemos por un momento y pensamos en la relación entre las palabras y las obras en nuestras vidas, podemos ver que ambas son necesarias.

Las palabras sin obras son vacías. Las palabras por sí solas son un testimonio vacío de lo que creemos. Las obras dan profundidad a las palabras de amor, y también a las palabras de fe. Las obras muestran que realmente creemos lo que decimos, pero las obras sin palabras a menudo no son claras. Las palabras explican porque hacemos las cosas. Si los hechos demuestran que realmente lo decimos en serio, las palabras muestran lo que queremos decir. Las palabras “te amo” y “te perdono” y “lo siento” realmente importan. También pasa lo mismo con las palabras de la fe.

En el Antiguo Testamento, la revelación de Dios siempre llegó a las personas en palabras y obras. En el Nuevo Testamento, Jesús siempre proclamó el Evangelio en palabras y obras. Es por eso por lo que el Catecismo de la Iglesia Católica dice: “El designio divino de la revelación se realiza a la vez mediante acciones y palabras, íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente.” (CCC, 53)

Los grandes testimonios que celebramos esta semana proclaman el Evangelio en palabras y obras. Este también es nuestro llamado.

En los momentos en los que la fe es sólo palabras y pocas acciones, la cita de San Francisco es un reto válido: no permitas que tu fe sea solamente palabras sin acciones.

Sin embargo, en un momento en el que la gente pasa por alto la importancia de las palabras, necesitamos un nuevo reto y lema: Predicar siempre el Evangelio, con palabras y obras.

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