SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | El aborto ilustra la batalla en nuestros corazones entre dos tendencias
Nuestra cultura vive tanto la tendencia de la vida de Jesús, como la tendencia del pecado
Queridas hermanas y hermanos en Cristo:
Esta semana me uniré a los peregrinos de la Arquidiócesis de San Luis en la Marcha por la Vida en Washington D.C. Al hacerlo, la pregunta en la mente de mucha gente es: ¿Será este el año? ¿Es esta la última Marcha por la Vida antes de que la decisión Roe vs. Wade sea anulada por la Corte Suprema de los EE. UU.?
Si no lo es, entonces digo estas dos cosas: será una gran perdida, pero solo será un retraso temporal.
Una gran perdida, porque cerca de 62 millones de bebes han perdido sus vidas por causa del aborto desde ese caso histórico en 1973. Las muertes de esos niños y el daño correspondiente infligido a sus madres, padres, familias, hermanos y sociedad son asombrosas.
Sin embargo, podría ser solamente un retraso temporal porque, como una vez pregunto San Juan Pablo II: “¿Puede la historia nadar contra la marea de la conciencia?” Su propia experiencia de vida se lo dijo, por un tiempo, si , ¡pero no permanentemente! Al final, Dios gana. Él sabe, y nosotros sabemos, que la victoria a menudo viene después de terribles perdidas.
Si este es el año en el que Roe vs. Wade será anulado por la Corte Suprema, entonces diré estas dos cosas: que es una gran victoria, pero solo una victoria parcial.
Una gran victoria, porque habremos reconocido un error legal y cultural masivo, pero solo sería una victoria parcial por tres razones. Primero, porque la victoria real será cuando caminemos con las madres necesitadas, las ayudemos a traer sus bebés al mundo y cuidemos tanto de las madres como de los bebés. Esa es una tarea constante, no el resultado de una decisión legal.
En segundo lugar, porque el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña una metodología moral. En su tratamiento de los Diez Mandamientos, el Catecismo comienza con el asunto directo de cada mandamiento y luego lo extiende a la consideración de otras cosas que están incluidas por implicación. Lo mismo es cierto en este caso. Si establecemos, en una ley, que las vidas inocentes no deben ser tomadas por el aborto, tenemos que continuar preguntándonos: ¿qué más está incluido por implicación en ese juicio? La victoria no estará completa hasta que todas las vidas inocentes estén protegidas — y ese es un largo camino.
En tercer y último lugar, y más profundamente, porque hay dos tendencias constantes en el ser humano, y nuestra cultura vive de ambas. La primera es: “Este es mi cuerpo, y lo tomo para mí”. Esa tendencia es el camino a todos los pecados — aborto, lujuria, robos y así sucesivamente. El otro es: “Este es mi cuerpo, que me has entregado”. Este es el patrón de la vida de Jesús, resumido en la Eucaristía y también en la Encarnación, la Pasión y en cada una de sus palabras y obras. Esa tendencia está destinada a ser el corazón del matrimonio. Es una de las maneras en las que la maternidad humana está destinada a hacer la vida de Dios visible.
Estas dos tendencias están escritas en el corazón humano — una por el pecado y la otra por Dios. Mientras la batalla entre esas dos tendencias continue en los corazones de cada uno de nosotros, continuará en nuestra cultura, no importa lo que la Corte Suprema decida.
Ciertamente iremos a la Marcha por la Vida este año con un gran sentimiento de esperanza. Sin embargo, asegurémonos de que es un sentimiento real de esperanza. Cualquiera que sea la decisión de la Corte Suprema entre este Enero y el próximo, nos encontraremos con mucho trabajo por hacer.
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