FRENTE A LA CRUZ | La venida de Jesús permite que el Antiguo Testamento florezca
¿Cómo leemos el Antiguo Testamento? Hay dos tendencias típicas, ambas equivocadas.
La primera es simplemente desestimar el Antiguo Testamento: “Jesús anuló todo eso” Sin embargo este enfoque no concuerda con que los Diez Mandamientos todavía son válidos, que Jesús dijo venía a cumplir la ley no a abolirla, y que Jesús es el Dios de Israel encarnado.
El otro enfoque es tomar todo en el Antiguo Testamento como una verdad inalterable e inmutable. Este enfoque respeta el hecho de que Jesús tiene una relación positiva con el Antiguo Testamento, pero no respeta el hecho de que Jesús también cambió algunas cosas — como, por ejemplo, acerca del Templo, el Sabbat — el sábado como día de descanso, y las leyes Kosher — un producto o alimento obtenido o preparado según los preceptos del judaísmo.
¿Cómo encontramos el camino entre esas dos tendencias equivocadas?
Al inicio del Sermón de la Montaña, Jesús dijo: “No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud” (Mateo 5,17). Un enfoque apropiado del Antiguo Testamento depende, en gran medida, de la comprensión de lo que significa para Jesús “cumplir” la ley.
Algunas veces tenemos la tentación de pensar que el cumplimiento significa una simple continuidad — una versión mayor de la misma cosa. Si usted piensa en los términos de una semilla, verá el problema con este enfoque. El cumplimiento de una semilla no es una semilla de mayor tamaño. El cumplimiento de una semilla es una flor o un árbol. Allí si hay continuidad real. Sin embargo, la continuidad también incluye el desarrollo y el cambio.
Eso es lo que vemos en la relación de Jesús con el Antiguo Testamento.
• “Han oído que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente”. Esa es la semilla, “Sin embargo yo les digo…cuando alguien les pegue en la mejilla derecha, pongan la otra mejilla”. Esa es la flor — no es exactamente lo mismo, sino un desarrollo de la semilla.
• “Han oído que fue dicho: Ama a tu vecino y odia a tu enemigo”. La semilla establece la idea de que su amor tiene que extenderse más allá de usted mismo. “Sin embargo, yo les digo que amen a sus enemigos y oren por aquellos que los persiguen”. Esta es la flor — su amor tiene que seguir creciendo, expandiéndose más allá de usted y su prójimo hasta incluir a sus enemigos.
Algunas partes del Antiguo Testamento — como los Diez Mandamientos — tienen una validez que perdura por siempre. Otras partes — como la petición a Abraham de sacrificar a su hijo Isaac — solo tienen sentido como una prefiguración de Jesús. Y algunas partes son apropiadas para una etapa particular del desarrollo de Israel como el pueblo de Dios, pero no siguen vigentes después de la venida de Jesús.
Cuando llegamos a conocer toda la historia de la salvación, llegamos a conocer la semilla por la flor que produce. Esto nos ayuda a comprender lo que significa para Jesús el cumplimiento de la Ley y los Profetas. Y nos ayuda a encontrar el enfoque correcto del Antiguo Testamento.
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