FRENTE A LA CRUZ | La fidelidad a Dios nos asegura la estabilidad
Esta es la última semana del Tiempo Ordinario. La primera lectura de cada uno de los días de esta semana es del libro de Daniel, y el salmo responsorial de cada día es tomado de un himno del mismo libro. Parece como si la Iglesia quisiera que aprendiésemos del libro de Daniel a medida que nos acercamos al final del año litúrgico.
El libro de Daniel es el único libro “apocalíptico” en el Antiguo Testamento. Dos características de los libros apocalípticos son: 1) Típicamente aparecen en tiempos de tribulación, y 2) se refieren a los eventos actuales en términos simbólicos.
La tribulación detrás del libro de Daniel fue la persecución del pueblo judío por el rey griego Antíoco Epifanes. Mientras que la acción se ubica durante el tiempo del exilio babilónico — en la mitad de los años 500 después de Cristo — sus características y eventos fueron significativos para proveer guía para aquellos que vivían bajo el dominio de Antíoco a mediados de los años 100 antes de Cristo.
El libro relata seis episodios — incluyendo las historias memorables acerca de Sadrac, Mesac y Abednego en el horno ardiente, y Daniel en el foso de los leones. En cada episodio, los personajes principales se ponen en peligro por ser fieles a las leyes de Dios, y fueron rescatados del peligro por causa de esta misma fidelidad. La lección es clara: a medida que las circunstancias externas cambian, la única cosa que asegura la estabilidad es la fidelidad a Dios. Si el pueblo es fiel a Dios y a sus leyes, triunfará sobre sus enemigos.
El libro también relata cuatro visiones — incluyendo la visión del Hijo del Hombre que se transforma en la característica central de la identidad de Jesús en los Evangelios. Las visiones son altamente simbólicas — como muchos elementos en el libro del Apocalipsis. Pero su patrón promedio es bien claro. Como en los seis episodios, ellos aseguran la fidelidad de la victoria final de Dios y su pueblo.
El fallo reciente sobre el Mandato HHS es una buena ocasión para reflexionar sobre estos patrones en nuestros propios tiempos. Por ser fieles a la ley de Dios, como se expresa en las enseñanzas de la Iglesia, fuimos perseguidos. En lugar de ceder por la persecución, más bien, permanecimos fieles a la ley de Dios, y finalmente hemos sido reivindicados.
Lo primero, antes que nada, entonces: ¡Demos Gracias a Dios!
En segundo lugar, es importante para nosotros que prestemos atención al patrón completo. Este no será el único episodio de prueba y finalmente de victoria. Tal como sucedió en el libro de Daniel — y en la historia de Israel — el patrón se repetirá una y otra vez en nuestras vidas.
Las lecciones se relacionan perfectamente con las palabras finales de Jesús para nosotros esta semana. Es el final del año litúrgico. A lo largo de toda la semana Él está hablando del final de los tiempos. El finaliza diciendo: “Vigila en todo momento y ora para tener la fuerza para escapar de las tribulaciones que son inminentes y comparecer ante el Hijo del Hombre.”
A medida que aprendemos del libro de Daniel, la fe nos da esa fortaleza. Las únicas cosas que proporcionan al final estabilidad en los altibajos de la historia son la fidelidad de Dios hacia nosotros, y nuestra fidelidad hacia Él.
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