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FRENTE A LA CRUZ | Haz que el patrón de tu vida sea buscar la misericordia de Dios

¿Cuál es el patrón de tu vida?

Cada adicto en proceso de recuperación conoce los patrones fundamentales de pensar, sentir y actuar que apoyan su adicción o su recuperación.

Los israelitas también reconocieron los patrones fundamentales de su vida como el pueblo de Dios.

Un patrón es expuesto claramente en el libro de Jueces: Israel peca contra Dios, todo va mal y son conquistados por una nación extranjera, pero Dios les da un líder poderoso (un juez) para traerlos de vuelta a la alianza y liberarlos, y cuando el juez muere Israel cae otra vez en pecados aún peores que los anteriores. Este patrón se repite doce veces en el libro de Jueces.

Pero también hay patrones exitosos. El libro de Ruth es un ejemplo perfecto. Ruth mostró su carácter- el patrón fundamental de su vida- cuando permaneció fiel a su suegra, Naomi, en lugar de abandonarla para ir sola por el mundo después que las dos enviudaron. La fidelidad de Ruth fue premiada: primero por Boaz, el pariente de Naomi, que le permitió a Ruth recoger alimentos de sus cosechas; y luego por Dios, que le dio un hijo que se convirtió en el abuelo del Rey David.

En las lecturas de esta semana, Jesús nos reta a observar el patrón fundamental. El señala como los fariseos predican, pero no practican, y como ellos ponen cargas en los demás, pero no los ayudan a levantarlas. Tres veces durante la semana, Él nos alerta que los últimos serán los primeros, o que los humildes serán exaltados. Oímos de su encuentro con el joven rico — quien afirma buscar la vida eterna pero no está seguro de renunciar a sus bienes terrenales para llegar allí.

¿Qué pasa con nosotros? Ciertamente, nuestros días tienen muchos altibajos. Sin embargo, si alguien escribe un resumen de una página acerca de nuestras vidas — tal como oímos del libro de Jueces el lunes — o cuentan la historia completa de nuestro personaje en un episodio — como lo que oímos acerca de Ruth el viernes — ¿Cuál podría ser el patrón fundamental? ¿Sería la historia de tiempo y energía gastados en cosas que al final no perduran; o sería la historia de una dedicación tranquila pero constante a las cosas que más importan? ¿Sería la historia de la presunción que ya somos todo lo buenos que necesitamos ser, o la historia de anhelar ser lo que Dios quiere que seamos?

Este es el asunto: sea el patrón de un pecador o el patrón de un santo — y, la verdad sea dicha, nuestras vidas siempre son una combinación de los dos — la clave es invitar a Jesús a nuestra vida. Jesús puede tomar un buen patrón y hacerlo aún mejor. Él puede tomar un mal patrón y darle la vuelta. Esta es una de las cosas más interesantes — y esperanzadoras — acerca de la Divina Comedia de Dante. La diferencia entre las personas que Dante coloca en el purgatorio y las que coloca en el infierno no está en si ellos pecaron. Todos pecaron; la diferencia está en si estaban arrepentidos. (Inclusive hay diferencias entre los personajes en el purgatorio dependiendo de que tan profundamente estaban arrepentidos).

Al final, ese es el patrón más importante: si nosotros le pedimos misericordia al Señor en nuestros momentos de necesidad, y como respondemos a su misericordia. ¿Cuál será el patrón de nuestras vidas?