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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Como un mosaico, cada persona está colocada individualmente para atraer a otras personas a Jesucristo

La imagen del Templo nos ayuda a preguntarnos como podemos cooperar con el proyecto de Dios

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Esta semana, el 9 de noviembre, celebramos la festividad de la dedicación de la Basílica Lateranense — la catedral del papa. En forma interesante, la reflexión teológica de la Iglesia del día se centra en la edificación como una alegoría para la gente: “Cada vez que venimos a la iglesia, debemos preparar nuestros corazones a ser tan bellos como esperamos que sea esta edificación…Así como tu entras a esta iglesia, así Dios desea entrar en tu alma, porque Él prometió: “Yo viviré en ellos, y caminaré por los corredores de sus corazones”.

Pienso que es justo celebrar nuestra bella Catedral de San Luis con las mismas líneas. Cada uno de los pequeños mosaicos de la catedral están hechos individualmente, así como cada uno de nosotros está hecho individualmente por Dios, y colocado individualmente en la historia por Dios. Ninguna pieza del mosaico cuenta la historia, pero, todos juntos, dibujan las personas dentro de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. De la misma manera, con una palabra y una acción a la vez, cada uno de nosotros le cuenta a la gente acerca de Jesús, y atrae a otros a Su vida. Si perdemos la conexión entre la edificación y la persona, nos perdemos una de las razones por las que se construyó la catedral.

Todas las lecturas para este día de fiesta se centran en el Templo, pero hay una transformación en cómo se considera el Templo. Y esa transformación tiene particular importancia para nosotros el día de hoy.

En las Escrituras Hebreas, el Templo era un edificio particular: el centro de la adoración judía, y el lugar donde Dios habitaba de una manera especial. En los Evangelios Jesús es el nuevo Templo — el nuevo centro de adoración, y el nuevo lugar donde Dios habita de una manera especial. Después de la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, cada cristiano bautizado se convierte en un templo viviente de Dios. Es por esto por lo que San Pablo dice: “¿Sabes que tú eres el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ti?” Y por lo que San Pedro dice: “Vengan a Él, una piedra viva…. también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como templo espiritual”.

En cada etapa de la historia de la salvación, Dios construye un “templo” en una forma que es apropiada para cada etapa, y que atrae a las personas más profundamente a Su vida. La pregunta se transforma en: ¿Qué está tratando Dios de construir en nuestro tiempo para atraer más profundamente a las personas dentro de Su vida, y cómo podemos cooperar con ese proyecto?

Esa es exactamente la pregunta que nos hacemos en nuestro proceso de planificación pastoral.

Puede haber una tendencia a mirar hacia atrás, despreciar el pasado, y desecharlo. También puede haber una tendencia a idealizar el pasado y querer regresar a él. Pienso que ambas tendencias están equivocadas. En su lugar, debemos aprender del pasado, y aplicar sus lecciones para avanzar al futuro.

De la década de 1920 a la del 1950, construimos una serie de edificaciones y abrimos una gran cantidad de nuevas parroquias y escuelas. ¡Y eso era apropiado para las necesidades de esa época! Las necesidades de nuestro tiempo son diferentes. Espero que podamos aportar tanto celo para satisfacer las necesidades de nuestros días como nuestros antepasados lo hicieron para satisfacer las necesidades de sus días. Ellos dejaron algo bello para nosotros. ¿Podemos sentir la transformación que Dios está obrando ahora, y ayudar para la construcción de una nueva clase de belleza?

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