A lo largo de la semana que viene, las lecturas diarias nos llevan a reflexionar sobre el orden que Dios ha escrito en el mundo a través de la creación y el pacto, sobre lo que sucede cuando nos alejamos de ese orden y cómo Jesús vino para restaurarlo.
Comenzamos la semana con el relato de la creación, del Génesis 1 — una visión magnífica del orden del mundo. Dios habla diez veces, señala la bondad del mundo siete veces, da sus bendiciones tres veces. De acuerdo con la tradición judía, las diez palabras de la creación miran hacia las diez palabras del pacto que Dios le dará a Moisés en el monte Sinaí (los diez mandamientos). Y el catecismo señala que, en el sermón de la montaña, “la misma Palabra de Dios, que resonó en el Sinaí para dar a Moisés la ley escrita, es la que resuena nuevamente en el monte de las bienaventuranzas” (CCC,581). La lógica de la creación y la lógica del pacto están íntimamente relacionadas en la biblia.
Nosotros también escuchamos el segundo relato de la creación, a partir del Génesis 2 en un lenguaje más simple, que nos da una imagen íntima de la relación entre el hombre y la mujer, y de la relación entre Dios y la humanidad. De hecho, en este relato es la primera vez en la que Dios dice que algo no es bueno: “No es bueno para el hombre estar solo”. En Génesis 2 se muestra un bello vínculo entre la lógica de la creación y la lógica de las relaciones.
Y entonces, la caída. Adán y Eva se alejan del orden de la creación y del pacto con Dios. Sus relaciones con Dios, de uno con el otro, y con el mundo creado sufren un gran daño. Este es el legado que nos hicieron: una mezcla de luz y de sombra, que lleva trazas del magnífico orden de Dios y la historia del pecado. Nuestros titulares diariamente reflejan esa doble herencia.
En este contexto, los pasajes del evangelio nos muestran a Jesús restaurando el orden de la creación en múltiples episodios en los cuales Él le restituye la salud a los enfermos. Jesús restaura el orden del pacto cuando desafía a los fariseos acerca de sus tradiciones, y le enseña al pueblo que lo que sale de su corazón (no lo que entra a su estómago) es lo que los contamina. Cuando Jesús restablece el orden de la creación desde una condición física deteriorada, es una señal de lo que le ocurre a nuestra salud espiritual cuando regresamos al pacto desde un estado de pecado.
La semana termina con la milagrosa multiplicación de los panes y los peces para alimentar a las cuatro mil personas. Este episodio significa tres cosas al mismo tiempo: 1) Un restablecimiento de la condición original del jardín del Edén, en la que el hombre no tenía que trabajar para comer porque simplemente tenía comida en abundancia. 2) Una continuación del milagro del maná — un evento central en el establecimiento del pacto — en el cual el pueblo recibió el pan de cada día como un regalo del cielo. 3) Un presagio del futuro banquete mesiánico en el cual Cristo no solamente nos dará alimento, sino que Él mismo será el verdadero pan del cielo. La creación, el pacto y el cumplimiento final están unidos en este evento único.
El tema central de la semana nos ofrece una aproximación realista y esperanzadora de los titulares acerca del caos en el mundo natural, en el mundo moral y en el mundo político. Estos titulares son señales contemporáneas de lo que sucede cuando le damos la espalda al orden de la creación y al pacto. La biblia está llena de historias de este tipo. No debería sorprendernos que se repitan el día de hoy.
¿Qué esperanza traemos a estos titulares? Solamente la esperanza que los evangelios nos ofrecen. Comenzando con nosotros mismos, podemos dejar que Jesús entre en nuestras vidas. Cuando lo hacemos, Él comienza a restaurar el orden de la creación y el pacto en nosotros. Pero a medida que Él hace eso, también nos pide que suframos con Él, para ayudar a extender la invitación a otros.
Al final de esta semana, celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y el día mundial de oración por los enfermos. Es un buen momento para llevar todas las enfermedades — físicas, espirituales, culturales, políticas y así sucesivamente — a Jesús a través de María para que las sane.
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