SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | La vida de María también nos ofrece el modelo para crecer en el discipulado y la santidad
Como María, podemos acoger, cuidar y dar a Cristo a los demás en nuestra vida diaria

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Celebramos las fiestas de la Asunción (15 de agosto) y de la Coronación de María como Reina (22 de agosto) en estos días finales del verano.
La Asunción y la Coronación de María no son solo hechos de fe; son también realidades que nos presentan una esperanza y un desafío. ¿Dónde habita Dios? Dios vino a habitar en María. ¿Dónde habita María? Porque permitió que Dios habitara en ella, ahora ella habita con Él. Estas verdades están llamadas a ser el modelo de nuestra propia vida. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: «La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos» (CIC 966).
Ahora bien, ¿cómo llegamos allí? Si ese es el objetivo, ¿cuál es el camino?
Permítanme sugerir que la vida de María también ofrece el modelo para que cada uno de nosotros crezca en el discipulado y la santidad. El modelo es sencillo: acoger, cuidar y dar.
Por una gracia singular, María acogió la Palabra de Dios en su cuerpo. Por las gracias sacramentales del bautismo y la Eucaristía, y por las gracias cotidianas que Dios nos concede, nosotros podemos acoger la vida de Jesús en nuestras almas.
Habiendo recibido la vida de Jesús, María cuidó de esa vida en su seno. Con la asistencia regular a los sacramentos y con una vida de oración constante, podemos cuidar la vida de Cristo en nuestras almas.
María dio a luz a Jesús desde su cuerpo, para que Él pudiera ser visto y conocido por los demás. Nosotros podemos dar a conocer a Jesús por medio de nuestras palabras y obras, para que su verdad y su amor sean conocidos por todos aquellos con quienes nos encontramos, de modo que puedan experimentar y acoger su amor salvador. No todos tenemos que hacerlo de la misma manera, ¡pero todos tenemos que hacerlo!
Consideremos el pasaje evangélico del joven rico. Creo que contiene dos lecciones clave para todos nosotros al seguir este modelo mariano de vida.
En respuesta a la pregunta inicial del joven — «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?» — Jesús le dice primero algo sencillo: cumplir la segunda tabla de la Ley. Jesús sabe que hay más (¿qué pasa con la primera tabla?). Quiere ver si el joven persiste más allá de lo básico. Esa es la primera lección: también es una buena pregunta para nosotros.
En segundo lugar, cuando el joven persevera, Jesús eleva el nivel: le pide algo difícil. Esa es la segunda lección: ¿en qué punto Jesús nos presiona a cada uno de nosotros y nos pide algo que nos resulta difícil? Una vez más, no necesariamente pide lo mismo a todos. Él pide porque hay algo único que cada uno de nosotros necesita dejar para hacerle espacio en nuestra vida. Y cuando Él lo pide, podemos alejarnos o seguirlo.
María renunció a algo para hacer espacio al Rey del Cielo y que Él habitara en ella, y ahora ella habita con Él en el cielo. Sigamos el modelo de la vida de María — como meta y como desafío — mientras celebramos la Asunción y la Coronación de María.
En esta doble celebración de la Asunción y la Coronación de María, pidamos la gracia de imitar su modelo de vida: acoger, custodiar y dar a Cristo, para que un día podamos habitar eternamente con Él, como nuestra Madre ya lo hace.