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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Traemos a Cristo al mundo cuando dejamos que Cristo entre a los puntos más débiles de nuestras vidas

Claro que hay situaciones externas que tenemos que combatir, pero también tenemos que afrontar la oscuridad interna

Abp. Rozanski

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

¡Feliz Navidad!

San Ambrosio dijo una vez: “Cristo tiene una sola madre en la carne, pero todos damos a luz a Cristo en la fe”. Pensemos en cómo podemos dar a luz a Cristo en la fe.

Dos temas impregnan las lecturas de la semana de Navidad: “salvador” y “luz”. “Salvador” indica que necesitamos ser salvos de algo; “Luz” indica que hay oscuridad que necesita disiparse. Cuando el ángel dice a los pastores: “Les anuncio buenas nuevas de gran gozo”, ¡es una buena noticia precisamente porque hay un problema!

Ya sea que estemos pensando física, política o culturalmente, ciertamente hay oscuridad en el mundo. Es interesante notar, sin embargo, cómo los días festivos inmediatamente después de Navidad abordan la oscuridad. San Esteban (26 de diciembre) fue el primer mártir; San Juan Evangelista (27 de diciembre) fue exiliado; los Santos Inocentes (28 de diciembre) fueron asesinados cuando Herodes trató de destruir a Jesús. En otras palabras: ¡la cultura de la cancelación no es un fenómeno nuevo! Digo esto no para quitarle importancia a las formas contemporáneas de la cultura de la cancelación, sino solo para señalar que la Iglesia ha visto este tipo de oscuridad cultural antes.

Una fuerte tentación para nosotros, sin embargo, es encontrar la oscuridad sólo “ahí fuera”. La verdad es que también hay oscuridad dentro de nosotros. Para la mayoría de nosotros, nuestro tiempo y energía se emplean mejor luchando contra la oscuridad donde tenemos la mayor influencia: dentro de nosotros.

¿No es interesante, entonces, que gran parte de nuestro tiempo y energía se gaste en hablar de la oscuridad “allá afuera”? Es una tentación hábil precisamente porque es cierto que hay oscuridad en el mundo. La tentación es centrar nuestra atención en los lugares donde tenemos menos influencia, en lugar de dedicar nuestra energía a los lugares donde podemos tener la mayor influencia.

Un trabajo reciente de análisis cultural y espiritual dice que Jesús tomó todas las enfermedades del mundo sobre sí mismo para poder desarrollar “anticuerpos espirituales” contra ellas dentro de su propio cuerpo. Luego, cuando nos convertimos en miembros de Su cuerpo, Jesús comparte esos “anticuerpos espirituales” con nosotros. Muchos de los santos a lo largo de la historia de la Iglesia son grandes ejemplos de esto. Pensemos en San Pablo, San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Lisieux. Todos ellos tenían problemas que tenían que ser superados y, en Cristo, encontraron la sanidad de esos problemas. Dejaron entrar a Jesús en su punto débil. Se convirtió en una fortaleza para ellos. Y, a través de ellos, se convirtió en una fortaleza para la Iglesia.

¡Ese es un gran patrón para nosotros! Queremos traer a Cristo al mundo. ¡Bien! Pero la manera más efectiva de hacerlo es dejar que Cristo entre en nuestras vidas. La manera más importante y poderosa de hacerlo es dejarlo entrar en los lugares donde somos débiles, donde la oscuridad está dentro de nosotros. Cuando dejamos que Cristo entre en nuestras vidas, entonces Él viene al mundo de nuevo a través de nosotros. Entonces se cumplen en nosotros las palabras de San Ambrosio: “Cristo tiene una sola madre en la carne, pero todos damos a luz a Cristo en la fe”.

Que así sea en cada uno de nosotros esta Navidad y durante todo el año que viene. ¡Feliz Navidad!

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