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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | ¿Qué tan bien llevamos a Cristo a los demás?

Como Nuestra Señora de Guadalupe, estamos llamados a llevar la Buena Noticia de Cristo al mundo

Queridas hermanas y hermanos en Cristo,

Esta semana celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciembre).

Apropiadamente, una de las opciones del Evangelio para el día es la Visitación (Lucas 1: 39-47).

¿Por qué es apropiado? Porque en la Visitación, María llevó a Jesús a la casa de Zacarías e Isabel, y Juan el Bautista saltó de alegría en el vientre de su madre, reconociendo y proclamando la presencia del Salvador. De manera similar, pero en la dimensión de la historia, en lugar de físicamente, Nuestra Señora de Guadalupe trajo a Cristo a las Américas, y el pueblo de México saltó de alegría. Millones se convirtieron a la fe en solo una década de la aparición.

A la luz de nuestra celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, esta sería una buena pregunta para nosotros: ¿Cómo llevamos a Cristo a los demás de una manera que los haga saltar de alegría?

Hay un simple gesto litúrgico que a menudo pasa desapercibido pero que merece cierta reflexión: el libro de los Evangelios se lleva en procesión a la Misa, y luego, al final de la Misa, no se lleva de salida. La omisión es deliberada. ¿Por qué?

Una de las razones por las que el libro de los Evangelios no se lleva de salida es que las personas, habiendo recibido a Cristo en palabra y sacramento, se supone que deben llevar el Evangelio en sí mismas. La pregunta es, ¿estamos haciendo eso tan deliberadamente cómo podríamos?

No voy a proponer que solo hay una manera de hacerlo. Pensemos en los diferentes carismas que tienen las personas; esos carismas muestran que hay diferentes maneras de llevar la vida de Cristo dentro de nosotros mismos. Piensa en diferentes órdenes religiosas; esas órdenes muestran que hay diferentes maneras de llevar a Cristo al mundo. Lee las historias de la Natividad de Mateo y Lucas; en el plan de Dios, José y María tienen papeles cruciales, pero muy diferentes, que desempeñar para proporcionar un hogar para Cristo en el mundo. Todo eso nos enseña una lección: en el plan de Dios hay una tremenda libertad en cómo cada uno de nosotros podemos llevar el Evangelio al mundo.

Pero si no voy a proponer que solo hay una manera de hacerlo, propondré que no hemos sido tan deliberados como podríamos ser. No hemos hecho un buen trabajo llevando el Evangelio al mundo, a nuestras amistades, familias, vecindarios y lugares de trabajo. Hágase esta pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que tuve una conversación real con alguien sobre su relación con Dios o mi relación con Dios, fuera de la Iglesia?

Uno de nuestros objetivos con Todo lo Hago Nuevo (All Things New) es ser más deliberados acerca de completar nuestra parte en la omisión litúrgica deliberada cuando el Libro de los Evangelios no se lleva a cabo fuera de la Iglesia. Que todos lleguemos a ser más como Nuestra Señora de Guadalupe, llevando la Buena Noticia de Cristo al mundo en nosotros mismos.

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