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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Centrarnos en Cristo para superar la división

El mensaje de San Pablo a los Corintios puede servir de inspiración para nuestra unidad

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Bueno, esto es providencial.

El 25 de Agosto celebramos la fiesta de San Luis, Rey de Francia. Y ese día de fiesta comenzaremos a leer la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, y continuaremos con esa lectura por tres semanas más.

Uno de los temas principales de la 1a. Carta a los Corintios es la división dentro de la comunidad. Algunos expresaban pertenecer a Pablo; otros decían pertenecer a Apolos; y otros decían pertenecer a Pedro.

A todo esto, Pablo les dice muy claramente: ¡N0! Todos nosotros pertenecemos ante todo a Jesucristo. ¡En la carta, el saludo de apertura de Pablo, menciona el nombre de Jesucristo 9 veces! Luego lo menciona una vez más — para llegar al número simbólico de 10 veces — antes de dedicarse al problema: ‘Me han reportado que existen rivalidades entre ustedes’.

En otras palabras, aun antes de nombrar el problema, Pablo presenta la solución: cualquiera que proclame el Evangelio y trabaje por él — Pablo, Apolos, Pedro o cualquier otro — señala a Jesús, no a sí mismo. ¿Está Cristo dividido? ¿Fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo? Pablo hizo un trabajo extraordinario en la comunidad. Aun así, él sabía que como Juan el Bautista, tenía que dar un paso atrás para mantener el énfasis en Cristo.

¿Por qué es providencial que el día de fiesta y la lectura vayan juntas? Porque, en la fiesta patronal de la Arquidiócesis, San Pablo describe un aspecto clave de la situación que enfrentamos a medida que avanzamos a través de Todo lo Hago Nuevo. A través de las décadas hemos hecho un gran trabajo promoviendo la identidad parroquial y escolar. Y podemos decir, sin duda alguna: ha sido bueno de muchas formas.

Al mismo tiempo, la identidad parroquial y escolar se ha promovido algunas veces al punto de una rivalidad dañina. Como los Corintios, necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿a quién pertenecemos realmente?

A medida que las cosas evolucionen en los próximos años tenemos dos opciones. Si nos apegamos a nuestras rivalidades, solamente terminaremos más débiles en medio de los cambios. Si nos identificamos con una parroquia en particular — “Yo pertenezco a St. X” o “Yo pertenezco a St. Y” corremos el riesgo de perder nuestra verdadera identidad. Si nos apegamos a la fuente real de nuestra vida y unidad, Jesucristo, entonces terminaremos más fuertes porque nuestra identidad primordial no cambiará cuando otras cosas lo hagan.

Todo lo que nuestras parroquias y escuelas hacen — o están supuestas a hacer — señalan a Jesús, no a nosotros mismos. Si nos olvidamos de eso, ¡necesitamos escuchar la instrucción de San Pablo a los Corintios!

Esta semana también celebramos la Coronación de María (el 22 de Agosto): ella es la Reina de todos nosotros, porque Jesús es el Rey de todos nosotros. (En el mundo antiguo la reina era la madre del rey, no su esposa. Esto era así porque el Rey podía tener muchas esposas, pero solo una madre). Recemos para que, en medio de la rivalidad y los cambios, María nos ayude de la misma manera que San Pablo ayudó a los Corintios: a mantener nuestra mirada fija en Jesús.

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