SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Al examinar la vida de San José, se nos presenta el desafío de vivir muy cerca de Jesús
José nos muestra la importancia de actuar con integridad, centrados en la familia y protegiendo a los más vulnerables
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Esta semana celebramos la fiesta de San José (el 19 de marzo) en lo que el papa Francisco ha llamado el Año de San José. Es una oportunidad para detenernos, y reflexionar sobre el padre adoptivo de Jesús.
Les recomiendo leer la reflexión del papa sobre San José, “Patris Corde” (“Con el Corazón de un Padre”). Sin embargo, léanlo tal como fue escrito, con un corazón contemplativo, no sólo leyendo las palabras, sino reflexionando sobre los eventos de la vida de San José, y como esos eventos deberían retarnos e inspirarnos para vivir muy cerca de Jesús, tal como lo hizo José.
Es interesante que, aunque sabemos que San José era carpintero, no dejó muestras de su trabajo. La única cosa que dejó tras él fue su familia, y su ejemplo al cuidar de ella. Esto no significa que el trabajo no es importante — ¡nada más lejos de eso! El trabajo de San José fue importante para mantener a la Sagrada Familia. Sin embargo, lo que permanece es la familia, no el trabajo. Esta es una lección importante sobre las prioridades.
A menudo reflexionamos sobre el sí de María, su “sí” al plan de Dios. Es interesante reflexionar sobre el “sí” de José. En las Sagradas Escrituras no hay palabras dichas por San José, solamente sus acciones — y en estas acciones vemos su “sí”. Una vez más, ¡no se trata de que las palabras no son importantes!, pero en un momento que parece dominado por las palabras escritas y habladas, San José nos recuerda que la integridad de la acción habla más fuerte que las palabras.
Una de las grandes acciones de San José es proteger a los vulnerables. El papa Francisco dirige una atención especial a esto cuando dice, “Hoy, en nuestro mundo donde la violencia psicológica, verbal y física acerca de las mujeres es tan evidente, José aparece como la figura de un hombre respetuoso y sensible”. María es vulnerable, como lo es su niño — desprotegidos por la ley y la sociedad. Mas aún, esta situación no es culpa de José. ¿Qué hace él? él interviene, da un paso al frente, y acepta responsabilizarse por ellos. ¡Cuánto mejor podríamos hacerlo en ese frente en nuestra sociedad!
El José del Antiguo Testamento (de la túnica de muchos colores) reunió y almacenó los tesoros del Faraón, y los distribuyó para la salvación del pueblo de Dios. El José del Nuevo Testamento recibió el tesoro más grande de Dios — Jesús y María — y los amparó, de manera que pudieran entregarse para la salvación del mundo. Eso nos muestra que la grandeza de un hombre puede venir del apoyo a los demás.
Cuando no encontró un lugar en la posada, y María estaba a punto de dar a luz, José hizo lo mejor que pudo con las circunstancias que se le presentaron, y resultó ser un arreglo perfecto. Si le damos a Dios lo mejor que podamos, Él lo hace más que suficiente.
Tenemos la tendencia a pensar que Dios solamente trabaja a través de la grandeza. José llevó su familia a Nazaret, lo que nos muestra que incluso lo pequeño puede ser de suma importancia para el plan de Dios.
Finalmente, José es el patrón de la buena muerte. Aunque las Sagradas Escrituras nunca lo establecieron de esa manera, unos pocos momentos de reflexión dejan claro que él vivió y murió en la presencia de Jesús y María. Esa es la mayor esperanza que podemos tener para nuestra vida y muerte.
Algunas veces nuestras vidas y nuestras tareas diarias parecen pequeñas y sin importancia. Es entonces cuando debemos recordar a San José. Como dice el papa Francisco: “San José nos recuerda que aquellos que parecen ocultos o en las sombras pueden desempeñar un papel incomparable en la historia de la salvación.”
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