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FRENTE A LA CRUZ | Una relación con Dios debe estimular los sentidos físicos y psicológicos

Los días de fiesta alertan notablemente los sentidos del cuerpo, pero necesitamos trabajar para despertar nuestro sentido espiritual

En la última semana del año litúrgico leeremos el libro del Apocalipsis. En varias ocasiones, Juan escribe: “Y entonces miro y veo esto… Y luego escucho esto…” Es interesante notar en ambos casos como ver y escuchar están comprometidos en la relación de Juan con Dios.

Ciertamente retomamos este tema en la misa. Hay cosas que ver y escuchar; hay cosas que oler, tocar y saborear; la congregación se sienta, se levanta, se arrodilla. La misa estimula deliberadamente todos los sentidos en la adoración.

También tenemos sentidos psicológicos. Por ejemplo: sensación de placer o disgusto; sensación de miedo o calma; sentido de certidumbre o anticipación. Una amplia variedad de sentidos psicológicos forma parte de nuestras experiencias diarias. Mire cuantos sentidos puede nombrar: sentido de gratitud, asombro, confianza, desconfianza, incomprensión, confusión, etc.

Muchos de nuestros sentidos físicos y psicológicos están comprometidos en nuestra preparación y celebración del día de Acción de gracias y de la Navidad. La cena del día de Acción de gracias es un buen ejemplo de cosas que hay que ver, oír, oler, saborear y tocar. La Navidad da ejemplos excelentes del sentido de anticipación y entusiasmo, pero también de ansiedad y pérdida.

Nuestra relación con Dios puede y debe comprometer todos nuestros sentidos físicos y psicológicos. Si descuidamos cualquiera de nuestros sentidos en la misa faltaría algo en nuestra adoración. En forma similar, si no permitimos que todos los sentidos psicológicos sean parte de nuestra oración, algo estará faltando en nuestra vida espiritual.

Está suficientemente claro cómo todos los sentidos físicos están involucrados en la misa. Sin embargo, ¿pensamos cuidadosamente como los sentidos psicológicos pueden ayudar nuestra vida espiritual, o cómo si fallamos en incluirlos pueden obstaculizarla?

Por ejemplo, ¿cuál es la diferencia entre memoria e imaginación? Una gran película utiliza ambas cosas. No hay razón para que nuestra vida de oración sea menos vívida que una película, pero si no comprometemos deliberadamente memoria e imaginación, entonces será menos intensa.

¿O cuál es la diferencia en la belleza de las cosas que vemos y escuchamos? Una buena película está acompañada por una buena banda sonora, de esta manera las cosas que vemos y escuchamos se combinan para atraernos a la historia. Nuestra vida de oración puede ser tan vívida como eso.

Finalmente, una película puede darnos sensación de esperanza y de miedo al mismo tiempo. Nuestra vida espiritual también tiene la capacidad de comprometer ambas sensaciones a la vez, pero no lo haremos si no las cultivamos deliberadamente.

En el libro del Apocalipsis, Dios alerta los sentidos de la vista y el oído de Juan. En la misa, Dios alerta todos nuestros sentidos físicos. A medida que vamos del dia de Acción de gracias a la temporada navideña, al experimentar como están involucrados nuestros sentidos físicos y psicológicos, quizá podamos pensar en cómo abrir todos nuestros sentidos en nuestra relación con Dios.