FRENTE A LA CRUZ | Sanación espiritual e intelectual para conceptos culturales erróneos del amor
Dios le da a cada relación su propio escenario y propósito
Ya que esta semana celebramos el día de san Valentín, quiero abordar el concepto popular erróneo de que “amor es amor”.
Como un asunto de experiencia humana, imagine a cualquiera que diga que “medicina es medicina”. Usted no tiene que ser farmacéutico o médico para saber que esto simplemente no es verdad. Las medicinas están dirigidas a diferentes enfermedades. Pueden tener efectos diferentes en hombres y mujeres. Tienen dosis diferentes para adultos y niños. Pueden estar dirigidas a dolencias físicas y psicológicas. En los últimos 30 años se ha observado una gran proliferación de medicinas específicas para un número de diferentes dolencias que va en aumento. Afortunadamente, los investigadores no se conformaron con decir “medicina es medicina” sino que se enfocaron en los detalles.
De la misma manera, imagine que alguien diga “alimento es alimento”. Usted no tiene que ser nutricionista para saber que eso simplemente no es cierto. Los alimentos están compuestos de diferentes substancias, así hemos aprendido a contar nuestras calorías, y a balancear nuestra ingesta de carbohidratos, azúcares y proteínas. En los últimos 30 años han proliferados diferentes dietas para necesidades específicas: sin gluten, libres de lácteos, vegetarianas, veganas, paleo, Atkins y así sucesivamente. Los detalles han enriquecido nuestras vidas.
Los profesores saben que diferentes estudiantes tienen diferentes necesidades. Los chefs saben que las diferentes especias tienen diferentes usos. Nadie en St. Louis puede decir que “cerveza es cerveza”, o que “una preparatoria católica es una preparatoria católica”. Hacemos distinciones en todas las áreas de la vida. Solo en esta área — la del amor — parecemos haber desarrollado una ceguera intelectual y espiritual para afirmar que todo amor es igual.
Aun la experiencia humana nos dice que el amor de un hombre por una mujer unidos en matrimonio no es el mismo amor de una mujer por un hombre en el matrimonio. Así como los cuerpos de hombres y mujeres son diferentes, así lo son sus corazones y sus mentes; el amor del uno por el otro también lo es. El afirmar que el amor de un hombre por una mujer, que el amor de una mujer por un hombre, y que el amor de un hombre por un hombre, o de una mujer por una mujer, son la misma cosa, es perder distinciones humanas cruciales, y perder el diseño que Dios ha hecho de cada uno.
Dios da a cada relación su propio entorno y propósito. La experiencia humana nos da indicios acerca de estos propósitos. Sin embargo, para realizar esos propósitos completamente es importante que nos preguntemos en forma explícita: ¿Cuáles son los diseños de Dios para el amor?
Jesús nos amó a todos, pero nos amó de una forma diferente. Su amor por los apóstoles no era el mismo que su amor por la multitud. Su amor por Pedro no fue el mismo que su amor por Juan. Su amor por Juan no fue el mismo que su amor por Judas. Su amor por María Magdalena no fue el mismo que su amor por los fariseos. Él amó a los justos, pecadores, y fariseos, pero a cada uno de una manera diferente. Como Él, tenemos diferentes amores en nuestras vidas. ¿Qué pretende Jesús para cada uno de nuestros amores?
Ahí es donde entra en juego la riqueza de la fe católica. Cuando miramos la historia de la santidad, descubrimos una variedad de relaciones que son ejemplo de los diseños de Dios para cada clase de amor.
Esta semana celebramos la fiesta de santa Escolástica. Su relación con su hermano Benedicto es un ejemplo de la relación de hermanos entre un hombre y una mujer. Para un desarrollo más completo de esta relación podemos observar la de san Francisco de Asís y santa Clara, o la de san Francisco de Sales y santa Juana de Chantal, quienes fueron ejemplos de la relación entre hombres y mujeres como padre y madre espiritual.
Los santos Luis y Zélie Martin, o santa Gianna Molla y su esposo Pietro, fueron ejemplo de la relación entre esposo y esposa. Los santos Basilio y Gregorio fueron hermanos espirituales; las santas Madeleine Sophie Barat y Rose Philippine Duchesne fueron hermanas espirituales. Los santos Cirilo y Metodio — cuya fiesta celebramos esta semana — amaron al pueblo eslavo y tradujeron el evangelio a sus idiomas; santa Teresa de Calcuta amó a los pobres y tradujo el evangelio en obras.
Cuando nivelamos el mundo al decir “amor es amor”, perdemos los matices de la experiencia humana, los matices de la fe y la riqueza del diseño de Dios. Esta semana al celebrar el día de san Valentín — y pienso que deberíamos hacerlo — espero que nosotros, como católicos, podamos traer algo de sanación intelectual y espiritual al concepto erróneo del amor.