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FRENTE A LA CRUZ | Reconstruye la casa del Señor

Se necesita una reconstrucción espiritual en los corazones de todos los católicos

Esta semana escucharemos acerca del “regreso de los profetas”. Hace 2500 años tenían un mensaje para israel acerca de la reconstrucción de la casa del Señor, y hoy en día también nos hablan a nosotros.

Israel había pasado 70 años en el exilio. Era una calamidad religiosa, pero también comprendieron el exilio como un justo castigo al patrón profundo y sostenido del pecado: Ellos habían fallado en cumplir su compromiso con Dios. En ese momento, profundamente arrepentido, israel retornó del exilio. Y su tarea era muy clara: reconstruir la casa del Señor, el templo en Jerusalén.

Fueron obstaculizados por enemigos externos: los samaritanos trataron de detenerlos y tuvieron ayuda del gobierno para hacerlo. Fueron frenados por obstáculos en sus propios corazones: el desánimo y el letargo habían mermado su determinación. Cuando el proyecto se estancó, Dios envió a los profetas Esdrás, Hageo y Zacarías para reanimarlos en la tarea.

A nuestra manera, enfrentamos una tarea similar en nuestros días. Ante la calamidad religiosa nacional de los abusos sexuales y encubrimientos, tenemos la tarea de reconstruir la casa del Señor. Sí, se trata de una tarea espiritual más que física, pero que encaja en un viejo modelo. El Antiguo Testamento se centró en la circuncisión física, mientras el Nuevo Testamento se centra en la circuncisión espiritual que es el creer. El Antiguo Testamento se enfocó en la tierra física, en la tierra prometida de israel, mientras que el Nuevo Testamento se centra en la tierra espiritual del cielo. El Antiguo Testamento se enfoca en el sacrificio físico, mientras que el Nuevo Testamento se enfoca en el sacrificio espiritual de un corazón recto. Dios trajo a israel de vuelta del exilio físico en Babilonia, mientras Jesús nos ofrece la libertad del exilio espiritual del pecado y la muerte.

De tal manera, ¿qué clase de reconstrucción espiritual se necesita hoy en día?

En primer lugar, se necesitan nuevas estructuras de responsabilidad. La Iglesia ha estado trabajando en esas estructuras los últimos 20 años, lo que ha llevado a una reducción dramática en el número de casos de abuso sexual. Esto ha fortalecido a la Iglesia.

Es cierto, se necesita trabajar más en esto, con nuevas estructuras de responsabilidad para los obispos. Ese trabajo está en curso, y fortalecerá la Iglesia.

Sin embargo, también se necesita algo más profundo: la renovación espiritual de cada uno de nosotros.

Quizás san Cesario de Arles lo expresó mejor al celebrar la dedicación del edificio de una Iglesia: “Debemos preparar nuestros corazones para que sean tan hermosos como esperamos que sea esta Iglesia. ¿Desea encontrar esta basílica inmaculadamente limpia? Entonces no ensucie su alma (con el pecado). ¿Desea que esta basílica esté llena de luz? Dios también desea que su alma no permanezca en la oscuridad, sino que la luz de las buenas obras brille en nosotros.”

A raíz de la calamidad religiosa nacional del abuso sexual y del encubrimiento, se está haciendo un buen trabajo, importante y necesario para reconstruir la Iglesia a nivel de regulaciones. Sin embargo, si la Iglesia va a ser realmente reconstruida de forma que satisfaga las necesidades de nuestro tiempo, no puede ser simplemente el trabajo de alguien más. Tiene que ser una reconstrucción espiritual que involucre a todos y cada uno de nosotros porque, en última instancia, somos las piedras vivas de la Iglesia.