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FRENTE A LA CRUZ | Permitámonos ser juzgados por la palabra de Jesús

Alguna vez ha oído o ha tenido una reacción negativa a alguna de las enseñanzas de la Iglesia?

Muchas veces en los evangelios, el pueblo tiene reacciones negativas a las palabras de Jesús. Reflexionar acerca de esas reacciones nos puede ayudar a pensar en nuestras propias reacciones.

Comencemos con el poder de la palabra de Jesús tal como lo resaltan varias de las lecturas de esta semana. Él ahuyenta los demonios con su palabra. Él elimina una fiebre con su palabra. La pesca de una gran cantidad de peces se deriva de la obediencia a sus palabras.

Esta clase de poder no puede hacer más que provocar una reacción, así las lecturas también resaltan como el pueblo respondía a la palabra de Jesús. La gente estaba intrigada, llena de alegría y llena de ira. En un episodio, después que Él predica en su ciudad natal, ¡escuchamos que todos hablaban muy bien de Él y que todos estaban furiosos!

San Pablo nos ayuda a comprender cómo gente diferente – a veces la misma gente, a veces inclusive nosotros mismos- puede tener esas reacciones diferentes. En las lecturas de 1 Tesalonicenses y Colosenses de esta semana, se habla acerca de cómo hemos sido transferidos del reino de la oscuridad al reino de la luz. Pero sabemos que, aunque esto es fundamentalmente cierto, el proceso no es completo. Esto quiere decir lo siguiente: ¡aun si pertenecemos a la luz esto no significa que no podamos experimentar la oscuridad!

Así la pregunta viene a ser: ¿Cómo interactúa la palabra en nosotros tanto en la luz como en la oscuridad?

Hemos visto la respuesta en las Sagradas Escrituras. La luz dentro de nosotros le da la bienvenida al mundo con alegría, justamente como algunas personas le dan la bienvenida a la palabra de Jesús con alegría. Así como algunas personas rechazan la palabra de Jesús, la oscuridad en nosotros se rebela contra la palabra. Piensan que la palabra de Jesús no es verdadera porque no quieren que sea cierta; no quieren que sea verdad porque no quieren cambiar. Así vemos su reacción y pensamos, “ellos están siendo jueces de Jesús en lugar de permitir que sea Jesús el que los juzgue” ¡Algunas veces eso es verdad acerca de nosotros mismos!

Es interesante como esta mezcla de luz y oscuridad es exactamente como el catecismo describe al purgatorio: “Aquellos que mueren en la gracia y en la amistad de Dios (pertenecen a la luz) pero todavía su purificación es imperfecta, (todavía luchan con algo de oscuridad), tienen segura la salvación eterna; pero después de su muerte sufren una purificación, para alcanzar la santidad necesaria para entrar a la alegría del cielo” (Catecismos de la Iglesia Católica, 1030)

¿Qué pasa si una reacción negativa a las enseñanzas de la Iglesia es una oportunidad para comenzar ese proceso de purificación ahora, de permitirnos ser juzgados por la palabra de Jesús, en lugar de medir la palabra de Jesús de acuerdo con nuestras preferencias? Conozco a un director espiritual que a veces dice: “Bien, se trata de decidir cuándo queremos enfrentar eso, ahora o en el purgatorio”

Celebramos el cumpleaños de María esta semana (el 8 de septiembre). Jesús, el verbo hecho carne, fue la medida de su vida. Ella recibió la Palabra, la cuidó y la alimentó, y llevó la Palabra al mundo para su salvación. Esta es una buena semana para imitarla, y dejar que la Palabra sea la medida de nuestras vidas. 

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