FRENTE A LA CRUZ | Los valores compartidos pueden ayudar a dar forma nuevamente a la cultura estadounidense
Esta semana nos señala la celebración musulmana de Eid al Fitr, el final del Ramadán. Aunque disentimos en muchos puntos, es un buen momento para mencionar algunos de los puntos en los que católicos y los musulmanes estamos de acuerdo.
El Ramadán es el mes de preparación para el evento fundamental de la historia según la creencia musulmana — La revelación de Dios del Corán a Mahoma. Los musulmanes son llamados a orar, a abstenerse de cualquier comida y bebida desde el amanecer hasta el ocaso, y a dar limosnas a los pobres.
Los católicos no creen que Mahoma y el Corán sean los puntos fundamentales de la historia, así como los musulmanes no creen que Jesucristo lo sea. No tiene sentido tratar de minimizar estas diferencias.
Sin embargo, católicos y musulmanes comparten algunos valores importantes. Trabajando juntos, como amigos, seríamos capaces de dar forma nuevamente a la cultura estadounidense de acuerdo con nuestros valores compartidos.
Por ejemplo, aunque cada uno lo hace a su manera, ambos creen que el período extendido de oración y ayuno es una parte importante de nuestra relación con Dios y de nuestra relación de los unos con los otros. Para los musulmanes, este período es el Ramadán; para los católicos, es la Cuaresma. Una de las cosas que nos enseña el ayuno es que el camino de la felicidad individual o de la salud de la sociedad, no está en la satisfacción inmediata de cada deseo. Algunas veces, por causa de nuestra relación con Dios y con los demás, necesitamos decirle que no a nuestros deseos. ¡La cultura estadounidense necesita oír ese mensaje! Juntos, católicos y musulmanes pueden dar un poderoso testimonio de esa verdad.
De nuevo, aunque cada uno a su manera, católicos y musulmanes creen que la atención a la Palabra de Dios es una parte importante del crecimiento espiritual y humano. Para los musulmanes, esto implica la recitación regular (incluso a diario) del Corán, y la adoración semanal juntos los viernes. Para los católicos implica la lectura regular de la Biblia (incluso a diario), y la misa juntos los domingos. Tanto los católicos como los musulmanes creen que es importante tomar tiempo y energía para permitir que la Palabra de Dios le dé forma a nuestros pensamientos, deseos y acciones. ¡La cultura estadounidense también necesita escuchar eso! Juntos, católicos y musulmanes pueden dar un poderoso testimonio de la importancia de la palabra de Dios.
Finalmente, también cada uno a su manera, tanto católicos como musulmanes creen en el valor de la vida, en la importancia de la familia, en el significado de dar la bienvenida a los extraños y en proteger la dignidad de las mujeres. En todos estos puntos podemos unirnos y desafiar a la cultura estadounidense.
¿Hay en el mundo musulmanes radicales, motivados ideológicamente en la destrucción de América y la muerte de los cristianos? Sí, los hay. No tiene sentido tratar de negarlo.
Sin embargo, es importante resistir la tentación de estereotipar a la comunidad musulmana sobre esas bases. Nuestros vecinos musulmanes son padres y madres, reformadores del clero y la justicia social, jornaleros, médicos, científicos y mucho más. Nosotros no oímos acerca de ellos en las noticias porque ellos viven vidas tranquilas y hacen contribuciones silenciosas a nuestra ciudad y a nuestros vecindarios. Ellos nos acompañan en la condena del mal de la violencia en el nombre de la fe — una triste realidad en la historia de muchos grupos de fe. Les agradecemos por su compañía combatiendo este tipo de violencia en nuestras comunidades.
Esta semana, aun cuando somos honestos acerca de las cosas que nos dividen, tomemos un momento para celebrar las cosas que nos unen. Una profunda amistad entre católicos y musulmanes — una que aprecie los puntos de unión y las diferencias — puede hacer una gran contribución a la cultura estadounidense.