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FRENTE A LA CRUZ | La verdadera fe se expresa en obras de servicio

San Pablo nos anima a examinar si nuestras acciones son consistentes con la fe en Jesús

Esta semana, comenzamos cuatro semanas de lecturas de la carta de san Pablo a los romanos. Es un buen momento para reflexionar sobre uno de los temas centrales de san Pablo: la salvación por la fe.

Desde las primeras líneas de la carta a los romanos, san Pablo habla de llevar al pueblo a la obediencia de la fe. Él dice que aquel que es justo, por su fe vivirá. Él explica que la justicia de Dios se manifestó “a través de la fe en Jesucristo”, que una persona se justifica por la fe, no por la ley, y Dios justificará tanto a judíos como a gentiles a través de la fe. El apela a las promesas hechas a Abraham, al decir: “No fue a través de ley que se hizo la promesa… sino a través de la justicia que viene de la fe”. San Pablo añade que la salvación viene a través de la fe y es un don que recibimos como un regalo y no algo que nos ganamos.

Está claro, desde el principio de la carta hasta el final, que la fe es la clave de la salvación.

Sin embargo, no debemos mal interpretar la forma en que san Pablo vio la relación entre la fe y las obras. Las personas algunas veces tienen la impresión de que al asentir mentalmente a la propuesta (“Jesús es el Señor”) y simplemente recitar una fórmula (“Tomo a Jesús como mi Señor y Salvador personal”) son señales suficientes de una fe salvadora. Esto es un error, aunque oculto entre algunos elementos de verdad.

Uno de esos elementos de verdad es que nunca podremos ganar la salvación por nosotros mismos. Si Dios nos aplicara una justicia estricta — la que merecemos, ni más ni menos — ciertamente seríamos condenados. Ninguno de nosotros podría pagar por todos sus pecados, y ninguno de nosotros merecería la felicidad eterna.

Otro de esos elementos de verdad es que San Pablo repetidas veces rechaza la idea de que la salvación se basa en “obras de la ley”. Algunas personas toman ese rechazo como una clara evidencia de que el asentir mentalmente y recitar una formula son suficientes signos de fe.

Sin embargo, san Pablo no está del todo opuesto a una acción de fidelidad. De hecho, él dice, desde el principio de la carta a los romanos, que “Dios le pagará a cada uno de acuerdo con sus obras”. Sus cartas están llenas de exhortación a la fidelidad en la acción, y advertencias para aquellos que con sus acciones rompen la fe en Cristo. Él lo dice sencillamente: “La aflicción y el desconsuelo caerán sobre cualquiera que haga el mal… pero habrá gloria, honor y paz para aquellos que hacen el bien”.

¿Como puede él satisfacer ambas posturas?

La clave es la siguiente: Por las “obras de la ley” san Pablo se refiere a los aspectos rituales de la ley de Moisés, no a la ley moral. Seguir el ritual de la ley no nos lleva a la salvación, pero con respecto a la ley moral, Dios requiere acciones que sean consistentes con la fe en Jesús. Las acciones que no son consistentes con la fe llevan a la condenación.

Sabemos esto de nuestra experiencia del amor. El verdadero amor se expresa a sí mismo en servicio. Donde no hay servicio, solo palabras, las palabras no valen nada, son superficiales y vacías — y nosotros lo sabemos. Lo mismo es cierto para la fe, y Dios lo sabe.

Tome parte de su tiempo para leer la carta a los romanos. Escuche profundamente la sabiduría de san Pablo sobre la fe. Recuerde que cuando él declara que la fe es la bisagra de la salvación, también nos está exhortando a examinar nuestras acciones, para ver si son consistentes o no con la fe en Jesús.