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FRENTE A LA CRUZ | El miércoles de ceniza nos desafía a dar el próximo paso en el discipulado

Cada año la gente lucha con esto: Es miércoles de ceniza, así que ayunamos y ponemos la ceniza en nuestra frente. Pero el evangelio nos instruye que mantengamos en secreto nuestro ayuno. Algunas personas se sienten avergonzadas. Otras se sienten hipócritas. ¿Qué es lo que está pasando? — ¿Cómo se supone que debemos aproximarnos al primer día de Cuaresma?

Primero, examinemos lo que Jesús nos dice realmente. “Ten cuidado de no hacer buenas obras solo para que la gente pueda verlas”. Él no dijo: “No hagas buenas obras”. Él dijo: “No las hagas con esa intención”. Una vez más: “Cuando des una limosna, no toques la trompeta para anunciarlo…para ganar la alabanza de otros”. Él no dijo: “No des limosnas”. Él dijo: “No lo hagas de esta forma, por ese motivo”.

Las instrucciones acerca de la oración y el ayuno son similares. “No seas como los hipócritas, que les encanta pararse y rezar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que otros puedan verlos. …No parezcas afligido como los hipócritas. Ellos descuidan su apariencia para que a otros les parezca que están ayunando.”

Acción correcta; motivación equivocada.

La pregunta es: ¿Nos ponemos en la frente las cenizas para que otros las vean? Si es así, necesitamos cambiar. Sin embargo, para la mayoría de nosotros esa no es nuestra intención. Más bien, las cenizas son un humilde recordatorio para nosotros mismos — y una declaración pública a los demás — de que somos pecadores buscando el arrepentimiento. En una ciudad en la que el apoyo público a los Blues y los Cardenales es una característica normal de vida — y con razón— ¿por qué la demostración pública de fe debería ser un concepto extraño? Es simplemente una manera de declarar en qué equipo estamos.

Segundo, pensemos acerca del contexto. Jesús estaba siempre buscando una integración más profunda de la fe interior y una expresión visible de esa fe. El desafiaba a la gente acerca de lo que más carecían. En un contexto en el cual la gente estaba haciendo las buenas obras, pero sin tener su corazón en ellas, Él trajo la dimensión interior de la fe a un primer plano.

En nuestro contexto, la gente ha crecido acostumbrada a oponerse privadamente al aborto, pero a estar a favor públicamente. Las personas piensan que pueden ser espirituales en privado sin ser religiosas públicamente. La gente es piadosa dentro de las paredes de su iglesia, pero temerosa de demostrar su fe en la plaza pública. En nuestro contexto, Jesús haría lo que Él siempre ha hecho: animarnos a una integración más profunda de la fe interior con la expresión visible de esa fe. Él podría traer a un primer plano la expresión visible de la fe, porque eso es de lo que carecemos.

En el evangelio del lunes, el hombre rico alcanza a Jesús y le pregunta cómo podría heredar la vida eterna (Marcos, 10). Jesús lo invita a tomar el próximo paso en el discipulado, y él lo encuentra difícil. En el evangelio del miércoles de ceniza, Jesús instruye a sus discípulos a no hacer obras correctas con intenciones equivocadas. Él los desafía a tomar el próximo paso en el discipulado, y ellos lo encuentran difícil.

El Miércoles de Ceniza nos desafía a tomar el próximo paso en el discipulado: hacer una declaración pública de nuestra fe — no es una cuestión de orgullo, sino más bien una cuestión de arrepentimiento. ¿Encontramos esto difícil? Esto es quizás una señal que Jesús ha acertado en el blanco otra vez. 

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