SIRVAN AL SENOR CON ALEGRIA | Proclamemos al mundo la belleza y generosidad de la fe
Somos llamados a convertirnos en una proclamación viviente del Evangelio al mundo
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
He visto por mí mismo la belleza de la fe tal como se expresa en la Catedral Basílica de San Luis.
He visto por mí mismo la generosidad de la fe expresada en su respuesta a la Campaña Católica Anual.
Pienso que nos ha llegado el momento para descubrir juntos, como esa misma fe, belleza y generosidad — evidente en tantas expresiones concretas en toda la Arquidiócesis de San Luis — también puede expresarse a través de la evangelización.
No pretendo tener un programa para eso ¡Y creo que nadie lo hace! Sin embargo, es el momento para comenzar a pensar e imaginar cómo podemos proclamar el Evangelio al mundo con la misma generosidad y belleza con la cual hemos hecho otras cosas.
La fiesta de la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, el 9 de Noviembre, nos ofrece la oportunidad para pensar acerca de eso. Las lecturas del día mencionan “el templo” doce veces — un importante número bíblico simbólico. Y si usted lee las Escrituras cuidadosamente, puede ver una transformación en cómo es presentado el templo. En el principio el templo es un edificio en Jerusalén. Luego Jesús habla del templo de su cuerpo. Y finalmente San Pablo dice: “Eres la casa de Dios…Eres el templo de Dios”. Es una realidad, pero encuentra expresiones nuevas y más profundas en la historia de la salvación. De manera similar, la realidad misma de la fe que se esconde detrás de la belleza de la catedral basílica y de la generosidad de la Campaña Católica Anual puede encontrar una nueva expresión en la evangelización.
Al comienzo de la Misa, se lleva el libro de los Evangelios en la procesión de entrada, pero al final de la Misa no se presenta de la misma manera. ¿Por qué? Porque al oír el Evangelio, al haber respondido al mensaje con fe y recibido a Jesús en la Eucaristía, somos llamados a llevar el Evangelio con nosotros, en nuestras palabras y obras transformándonos en una proclamación viviente del Evangelio al mundo.
Cuando se trata de nuestros seres queridos, buscamos la oportunidad para expresarles nuestro afecto. De una manera similar, necesitamos comenzar a buscar oportunidades para proclamar el Evangelio al mundo.
No hay una forma única para hacerlo. Los santos que celebramos esta semana son un buen ejemplo. San Martín de Tours vivió en el siglo IV en Francia, era un soldado Romano nacido de padres paganos. San León Magno vivió en el siglo V en Roma, cuando la cultura Romana se estaba desintegrando y la Iglesia estaba dividida por una confusión fundamental. San Josafat vivió en el siglo XVI en Ucrania y Polonia, y fue mártir en el medio de la división religiosa. San Francisca Cabrini vivió entre el siglo XIX y principios del siglo XX, era una inmigrante que abrió escuelas, hospitales y orfanatos para otros inmigrantes. Estos santos vivieron en diferentes épocas y lugares, y enfrentaron diferentes realidades; pero todos encontraron la manera de proclamar el Evangelio. Ellos nos invitan y nos desafían a hacer lo mismo.
Ningún mosaico de la catedral hace grandes cosas por sí solo. No tiene por qué hacerlo, pero todos juntos hacen algo grandioso, cada uno da su contribución desde su propio lugar. Juntos proclaman una gran verdad — la verdad acerca de Jesucristo. Inspirados por ese ejemplo, debemos aprender a hacer lo mismo de una manera igualmente hermosa. Ese es un proyecto de construcción digno de nuestra época.