Columns/Opinions

SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | ¿En qué legado naciste?

Eva y María pueden vivir de diferentes maneras en todos nosotros

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

“Uno y todos nacimos de ella”

Esta cita del Salmo 87 originalmente se refiere a Jerusalén. El Salmo 87 fue especialmente apreciado por los exiliados y peregrinos. Expresaba su profundo sentido de sí mismos, y su esperanza para sus hijos: identificar a Jerusalén — el lugar donde Dios habita — como su hogar.

En San Luis la gente pregunta: “¿Dónde fuiste a la escuela?” En el judaísmo antiguo ellos preguntaban: “¿Dónde naciste?” Si no había nacido en Jerusalén físicamente, al menos podía ser su hogar espiritual.

Este Salmo y su sentimiento se utilizan esta semana en conjunción con la fiesta de María, Madre de la Iglesia. Esta fiesta, instaurada hace solo unos pocos años, se celebra el día después de Pentecostés. Las lecturas para el día nos ayudan a centrarnos en Eva como “la madre de todos los vivos”, y luego en María como la madre de todos aquellos que viven en Cristo.

Vale la pena reflexionar sobre el legado de esas dos madres: como cada uno de nosotros nace de Eva y recibe el legado del pecado, y como cada uno de nosotros puede nacer en María y en el legado de la gracia. La pregunta es: ¿Cuál de estos legados queremos reclamar?

El legado de Eva vive en todos nosotros. Ciertamente podemos decir: “Uno y todos nacimos de ella”. Este legado es receptivo a las sugerencias del enemigo de la naturaleza humana, que nos anima a querer ser como Dios, pero apartados de Él. Si nos fijamos en nuestra cultura vemos muchos hábitos que están arraigados en este legado; las personas “juegan a ser Dios” de muchas maneras. Cuando hacemos eso, estamos reclamando a Eva como nuestra madre: “yo nací de ella”.

El legado de María también puede vivir en nosotros. Este legado, por el contrario, es receptivo del Espíritu Santo, a través del cual la vida misma de Dios viene a habitar en nosotros. Esta es la paradoja de la tentación del enemigo. Hay una pizca de verdad en eso: ¡estamos destinados a ser como Dios! Sin embargo, eso significa que estamos destinados a ser como Dios con Dios, a través de su poder, y no separados de Él. Lo que Eva se acercó a tomar para sí misma, María lo recibió como un don.

Si vemos a nuestro alrededor, veremos personas cuyos hábitos están arraigados en este legado. María lleva el amor de Dios en su vientre, y lo da a luz para nuestra salvación. Algunas personas llevan el amor de Dios y la verdad del evangelio en sus corazones, y lo exteriorizan en sus palabras y obras para beneficiar a los demás. Cuando hacemos eso estamos reclamando a María como nuestra madre: “Yo nací de ella”.

Mirando la semana pasada, ¿dónde podríamos decir que nacimos: en el legado de Eva o en el de María? Mirando hacia la semana que viene, ¿dónde queremos nacer?

¡María, madre de la Iglesia, ruega por nosotros!

Topics: