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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Emprender un viaje significa preparación para un futuro desconocido

Podemos enfrentar la incertidumbre con temor o con paciencia arraigada en la promesa del Señor

Queridas hermanas y hermanos en Cristo,

Las lecturas de esta semana están llenas de la imagen de un viaje. Hay tres viajes en los que me gustaría enfocarme. Primero está el camino del Adviento.

La Iglesia hace del camino de Adviento un signo colectivo y externo que nos invita a cada uno de nosotros a hacer un camino individual e interno. ¿Cómo te esta yendo en ese viaje?

Cada viaje requiere preparación. Lo mismo es cierto para el viaje espiritual que cada uno de nosotros está invitado a hacer durante el Adviento. ¿Qué preparativos espirituales estás haciendo para hacer espacio para Cristo en tu vida? ¿Hay algo en tu corazón, actitud, mente u horario que podría cambiar para hacer más espacio para Cristo?

Los invito a emprender algunos preparativos deliberados durante el Adviento, tal como lo harías para cualquier viaje.

El segundo viaje es el camino de María.

Esta semana, el 8 de diciembre, celebramos el hecho de que María fue concebida sin pecado original (la Inmaculada Concepción). Pero el hecho de que María fue concebida sin pecado original, y vivió toda su vida sin pecado, ¡no significa que todo fuera fácil para ella! Ella no era sabia y ninguna tradición o doctrina de la Iglesia la declara clarividente. Tenía que caminar hacia el futuro, como todos nosotros.

Pensemos, por un momento, en cómo caminamos hacia el futuro. Creo que todos tenemos la experiencia de mirar hacia atrás en las cosas que hicimos durante un viaje y pensar: “La ansiedad sobre el futuro me hizo actuar mal. Sabiendo cómo resultaron las cosas, hubiera querido hacerlo de otra manera”.

Vemos ese mismo patrón en la forma en que los apóstoles actúan a lo largo de los Evangelios: sabiendo cómo resultan las cosas, ¡habrían actuado de manera diferente! Y si miramos hacia atrás aún más, podemos ver ese mismo patrón a lo largo de toda la historia de la salvación.

Ahí es donde, sospecho, María era diferente. Ante la incertidumbre y la ansiedad, estando sin pecado, ella habría podido seguir adelante con confianza en el plan de Dios. Eso le habría dado un cierto tipo de gentileza y paciencia frente al futuro que todos podríamos usar.

Y eso me lleva al tercer y último viaje: Todo lo Hago Nuevo (All Things New)

Como en el Adviento, así ocurre con Todo lo Hago Nuevo: el camino colectivo y externo de la Iglesia es también una invitación a hacer un camino individual e interior. ¿Cómo va ese viaje interior? Estamos poniendo las estructuras de la arquidiócesis bajo una inspección más cercana y considerando algunos cambios. ¿Estás pasando por el mismo proceso con tu propia vida? Podría ser fructífero hacerlo.

Y, al igual que con María, también con Todo lo Hago Nuevo: hay incertidumbre a medida que avanzamos hacia el futuro. Podemos enfrentar esa incertidumbre con temor, o podemos enfrentarla con gentileza y paciencia que está arraigada en la promesa que el Señor nos ofrece: “He aquí, yo estoy contigo todos los días”. Pedirle a María que nos ayude a crecer en confianza frente a la incertidumbre y la ansiedad sería una excelente manera de pasar el Adviento.

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