SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | El Evangelio ayuda a sanar nuestra noción del amor
El amor significa desear el bien del otro
Queridas hermanas y hermanos en Cristo:
Esta semana escucharemos lo que puede ser el episodio de sanación más raro en todos los Evangelios. También celebramos el día de San Valentín. Y pienso que lo primero puede ayudarnos con lo segundo.
El episodio de sanación viene del Capítulo 8 del evangelio de San Marcos, en el cual Jesús sana a un hombre ciego. Lo que lo hace inusual es que es en la única instancia de los Evangelios en la cual la curación sucede en etapas. En la primera etapa, el hombre expresa: “Veo a la gente, pero lucen como arboles caminando”. En la segunda etapa, ve con perfecta claridad.
Marcos nos cuenta este episodio, primero, ¡porque realmente sucedió! Sin embargo, él lo ubica aquí en su Evangelio porque proyecta luz sobre lo que sucedía con los apóstoles.
Justo antes de esta curación, los apóstoles malinterpretan completamente algo que Jesús está haciendo. Jesús les pregunta: “¿Tienen ojos, pero no ven?” La respuesta es prácticamente un sí. En ese punto, ellos estaban ciegos acerca de quién era Jesús.
Sin embargo, inmediatamente después de la curación del hombre ciego, escuchamos la confesión de Pedro — que Jesús es el Cristo, pero no por eso pensemos que Pedro ve con perfecta claridad, ya que luego de esta confesión reprende a Jesús pensando que ser el Cristo implicará sufrimiento. Pedro y los apóstoles ven al Mesías, pero solo parcialmente. “Veo al Mesías, pero lo veo como un conquistador militar” ¡Era necesaria una mayor sanación!
La confesión de Pedro y su reprimenda son seguidas inmediatamente por la Transfiguración. En ese momento Pedro, Santiago y Juan ven a Jesús con perfecta claridad. Ellos comenzaron completamente ciegos. La sanación de su fe ocurrió en etapas. Y una de las bellezas del Evangelio de San Marcos es que constantemente nos invita a ser parte de la historia: es lo que les sucedió a ellos, y lo mismo te puede suceder a ti.
Al observar el Día de San Valentín, pienso que nuestra cultura necesita una sanación similar para comprender el amor.
Comenzamos pensando que el amor significa deleitarse los unos con los otros — lo que sucede en el amor. Y comenzamos pensando que el amor significa tomar otra persona para mi — Mi Valentín — y así es.
Sin embargo, si nos detenemos ahí, podremos diferenciar entre amar a una persona y usar a una persona. Después de todo, la lujuria también implica deleitarse con el otro, ¡y tomarlo como propio! Nuestra cultura dice: “Veo la lujuria, y se parece al amor”. Esa confusión conduce al desengaño.
El problema con estas nociones del amor no es que sean falsas, sino que están incompletas.
Santo Tomas de Aquino nos ayuda cuando dice que “amar” es desear el bien del otro. Cuando nos deleitamos con otra persona, ese es el comienzo. Cuando la tomamos como propia porque queremos su bien, eso nos previene de usarla. Ahí es donde el amor se distingue a si mismo de la lujuria.
El papa Emérito Benedicto XVI nos ayuda cuando dice que, mientras “justicia” significa darles a otros lo que es suyo, “amor” significa dar al otro lo que es mío. Añadir la noción de darse a sí mismo es crucial. Nuevamente, cuando nos deleitamos con el otro, ese es el comienzo. Cuando tomamos al otro como propio porque queremos darnos a nosotros mismos, eso nos impide utilizarlos. Una vez más, esa es la diferencia entre el amor y la lujuria.
Jesús se deleita en nosotros. Nos hace suyos porque Él desea nuestro bien, y quiere darnos el don de Sí mismo. Ese es el verdadero amor. Y eso es lo que necesita nuestra cultura para ver el amor con claridad.
A medida que el país celebra el Día de San Valentín, ¡nosotros también lo celebramos! — recemos y trabajemos por la sanación completa de la noción del amor de nuestra cultura.