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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Dios está siempre retando a los justos a profundizar más y a los pecadores a arrepentirse

Esta Cuaresma reflexiona sobre esto: ¿Cómo nos busca Dios y como estamos respondiendo?

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

Las lecturas de esta semana nos ofrecen dos sorpresas que son buenas para que reflexionemos en la Cuaresma, una para los pecadores y una para los justos.

Escucharemos del episodio de Jonás predicando a Nínive. Entiendan, no solo Nínive estaba llena de pecados, sino también era la capital de Asiria, uno de los principales enemigos del antiguo Israel. La Biblia nos dice: ¡esto no podría estar más opuesto a Dios! Jonás predica, Nínive se arrepiente y la ciudad se salva de su destrucción.

Esta fue una amarga sorpresa para Jonás, que personificaba la actitud de la mayoría de Israel en ese momento. La mayoría en Israel, en este punto en la historia, tenía una posición que todavía es instintiva para muchos de nosotros: la virtud lleva al premio y el pecado al castigo. Esto no está completamente equivocado. Sin embargo, si esta es la historia completa, entonces el tratamiento de Nínive no tiene sentido. ¿Qué más puede estar pasando? — ¿Que está tratando Dios de decirnos?

El profeta Ezequiel explica muy claramente la lógica de Dios. Por una parte: “Si el hombre malvado se aparta de todos los pecados que cometió…Ninguno de los crímenes que cometió se recordarán en su contra”. Entonces, Ezequiel habla del otro lado de la moneda: “y si el hombre virtuoso se aparta del camino de las virtudes para hacer cosas malas…Ninguna de sus obras virtuosas se recordarán”.

Israel se estaba acercando al pacto como un libro de contabilidad, pero Dios estaba diciendo: el pacto no es un libro de contabilidad, es una relación. Mi preocupación no es simplemente con el logro, que se encuentra en el pasado; mi principal preocupación es con el movimiento, y este está en el futuro.

Es cierto, Nínive era la capital del enemigo de Israel. Es cierto, David era un adúltero y un asesino. Es cierto, Pedro negó a Jesús. Sin embargo, el Señor pidió su arrepentimiento, ellos aceptaron su invitación y el movimiento es lo que le agradó. De la misma manera para nosotros: no importa que malos hemos sido, la invitación de Dios todavía está ahí. ¡Estas son noticias sorprendentemente buenas para el pecador!

También debemos reflexionar sobre el otro lado de la moneda: no importa que tanto bien podamos haber hecho en el pasado, lo que más importa es la dirección de nuestro movimiento en el presente. Es una noticia sorprendentemente desafiante para los justos. Y los tres episodios de esta semana lo indican muy acertadamente.

Primero oiremos acerca de la Reina Ester. Ella nunca había cometido grandes pecados, pero eso no era suficiente. Ella fue llamada a profundizar su relación con el Señor para poder salvar al pueblo judío en tiempos de crisis.

Segundo, oiremos a Jesús decir directamente: “A menos que tu rectitud sobrepase la de los escribas y fariseos, no entrarás en el reino de los cielos”.

Tercero y último, considera lo que Jesús dijo en el Sermón de la Montaña: “Ustedes han escuchado lo que se dijo… Pero yo les digo”. Una y otra vez, Jesús dice que la ley antigua era buena, pero la nueva ley requiere algo más profundo. Él busca sin descaso al corazón completo.

Y ahí está la clave: Dios nos persigue, sin descanso. La persona pecadora que se desespera y la persona justa que presume cometen el mismo error. Ellos malinterpretan quien es Dios; ellos piensan que los logros del pasado son todo lo que le importa a Dios. Pero si el carácter de Dios es perseguir, y la teología nos dice que Dios no cambia, entonces Dios está siempre buscándonos, siempre invitándonos a profundizar. Eso significa que la persona pecadora es siempre bienvenida al arrepentirse, y la persona justa siempre tiene el reto de profundizar más.

Dios nos persigue sin descanso a cada uno de nosotros, invitándonos al arrepentimiento, y llamándonos a profundizar en Su vida. Los logros del pasado no son la clave, sino los movimientos del presente. Vale la pena reflexionar sobre eso a medida que entramos a la primera semana completa de la Cuaresma: ¿Cómo te está buscando Dios, y cuál es tu respuesta?

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