SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Deja espacio para la fidelidad a Dios y a Su ley
¿Qué dejamos de lado para hacer espacio y permitir que el Reino de Dios actúe en nosotros?

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Dejen un poco de espacio.
Todos sabemos lo que eso significa cuando se trata de la cena de Acción de Gracias:
No comas demasiados bocadillos durante el día — deja espacio para la cena.
No comas demasiado en la cena — deja espacio para el postre.
Ese mismo principio natural se aplica a la vida espiritual cuando se trata de la Eucaristía: observamos un ayuno sencillo de una hora antes de recibir la Comunión. El punto no es tanto “guardar espacio físico” (aunque eso también es cierto), sino más bien crear un espacio espiritual.
El punto natural y el punto sacramental convergen en una lección que puede servir también para nuestra vida espiritual.
Las primeras lecturas de esta última semana del Tiempo Ordinario provienen del Libro de Daniel. Incluso los “Salmos” de esta semana no son realmente salmos; son partes del himno de Daniel 3. Y hay un pequeño detalle en el libro que nos ofrece una ventana para entender cómo podría verse ese “dejar espacio” en la vida espiritual.
Cuando Daniel fue llevado al exilio en Babilonia para ser formado en el servicio a la corte del rey, sus días estaban llenos de estudio, y la comida y el vino que recibía provenían de la mesa del rey. Pero para Daniel, como judío fiel, esa comida y ese vino eran impuros. Así que Daniel hizo una propuesta: pidió que lo alimentaran solo con verduras y agua, para poder permanecer fiel a la alianza de Dios.
¿Qué pasó después? Él y sus tres compañeros, que observaron la misma disciplina alimentaria, tuvieron un desempeño tan bueno en sus estudios que, cuando fueron examinados, “en toda cuestión de sabiduría y prudencia que el rey les planteó, los encontró diez veces mejores que todos los magos y encantadores de su reino”.
Daniel podría haber llenado su plato y su estómago con la comida del rey. En cambio, dejó espacio para ser fiel a la ley de Dios, y la disciplina de “dejar espacio” dio muy buenos frutos.
Conocemos las versiones físicas y sacramentales de esa verdad. Pero Daniel nos muestra que también hay versiones mentales y espirituales. Por eso, mi pregunta es esta: ¿Qué dejamos de lado, en nuestra vida diaria —como Daniel— para dejar espacio para que el Reino de Dios actúe a través de nosotros?
No pretendo decirle a nadie qué debe dejar. ¡Esa es una tarea de discernimiento personal! Pero permítanme ofrecer algunas ideas para despertar la creatividad: alcohol, noticieros de televisión, videos de YouTube, conversaciones cínicas sobre otras personas, diálogo interior negativo. ¿Qué más se les ocurre?
Y aquí van algunos frutos por los cuales pueden estar atentos, para ver si la disciplina de “dejar espacio” está ayudando a que el Reino esté más presente en ustedes y a través de ustedes: ¿Me vuelvo más atento a los demás cuando lo dejo y más distraído cuando lo utilizo? ¿Me vuelvo más generoso cuando lo dejo y más centrado en mí mismo cuando lo utilizo? ¿Me vuelvo más profundo y sabio cuando lo dejo y más superficial cuando lo utilizo?
Nuestra experiencia diaria nos enseña que es importante “dejar espacio”. Nuestra disciplina sacramental sobre la Eucaristía subraya el mismo punto. Entre el punto físico y el sacramental hay una lección sobre la vida espiritual. El profeta Daniel “dejó espacio” para la fidelidad a la ley de Dios, y eso dio buenos frutos. Tal vez podamos tomar una página de su libro.
¡Feliz Día de Acción de Gracias!