FRENTE A LA CRUZ | La Cuaresma nos ayuda a escuchar y responder a Dios
Las lecturas de la primera semana de Cuaresma muestran que los israelitas lo que querían de Dios era una especie de salvación aritmética: “Si sumamos suficientes buenas obras eso asegurará nuestra relación contigo, ¿correcto?”
Las lecturas también muestran que la respuesta de Dios siempre ha sido: “Yo quiero más de ti. Tengo algo mucho más grande en mente para nuestra relación.”
Por ejemplo, en la primera línea de la primera lectura de esta semana, Dios le dice a Israel: “Sé santo, porque yo, el Señor, tu Dios, soy santo”. Y en la última línea de la última lectura de esta semana Jesús dice: “Sé perfecto, así como tu Padre celestial es perfecto”. Jesús también dice a mitad de la semana: “A menos que tu rectitud supere la de los escribas y fariseos (los que acumulaban el mayor número de buenas obras en su salvación aritmética), no entrarás en el reino de los cielos.”
Dios tiene planes más grandes para nosotros que una simple contabilidad sumando las buenas obras y restando las malas. ¡Él quiere que compartamos su propia santidad!
La Cuaresma no requiere que lleguemos allí — que alcancemos la santidad perfecta — al final de las seis semanas. ¡Esto podría ser desalentador! Año tras año tratamos y fallamos. En ese sentido, el Espíritu Santo nunca es desalentador. Sin embargo, Dios nos anima a pensar en una posibilidad más grande y más profunda que la salvación aritmética.
Si pudiera expresar su vida en una sola una palabra, ¿cuál sería esa palabra?
Esto puede sonar como una locura. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “a través de las palabras de las Sagradas Escrituras, Dios nos habla de una sola palabra” (CCC 102). Hay más de 500.000 palabras en las versiones de la Biblia en griego y en hebreo, y cerca de 800.000 palabras en su traducción al inglés. A través de todas esas palabras Dios solo habla de una Palabra: Jesús.
Por supuesto, el concepto hebreo de “palabra” es ligeramente diferente al nuestro. Por ejemplo, cuando nosotros nos referimos a “los 10 mandamientos”, el pueblo judío habla de “las 10 palabras”, de esta manera una palabra puede representar una idea o un concepto completo, pero aún en ese sentido la pregunta sigue siendo: Entre nuestras muchas palabras y acciones, ¿cuál es la palabra que expresa nuestra vida? Para algunas personas es “servicio”. Para otras es “paz”. Para algunas es “sabiduría” u “oración”. Y tristemente, para algunas es “amargura” o “resentimiento”.
Quizás es por eso por lo que el profeta Ezequiel les dice a los israelitas: Si conviertes lo malo en bueno, Dios no recordará tus obras pasadas. Estarás, en efecto, hablando una nueva palabra, y Él la oirá. Pero si pasas del bien al mal, Dios no recordará tus buenas obras del pasado. Estarás también hablando una palabra nueva. Dios oirá y juzgará esa palabra.
La Cuaresma es tiempo de hacer tres cosas:
1) Considerar la palabra que nuestra vida expresa actualmente, y la palabra que queremos que exprese nuestra vida.
2) Eliminar, de sus palabras y obras, cualquier cosa que no sea coherente con esa palabra única.
3) Profundizar, en sus acciones cotidianas, cualquier cosa coherente con esa palabra.
Al final, esa palabra es algo que Dios quiere decir al mundo a través de nosotros. La Cuaresma es el momento de escuchar más profundamente lo que Dios quiere decirnos y luego cooperar más profundamente con lo que Él quiere decir a través de nosotros.
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