FRENTE A LA CRUZ | Escogiendo caminar plenamente con Jesús, el Pan de Vida
No hay forma de evitarlo — el discurso del Pan de Vida — pues las lecturas del evangelio de esta semana son del capítulo 6 de san Juan. En vez de tratar de ignorarlo, vayamos directamente al grano.
El lunes, Jesús nos dice que trabajemos por el pan que da vida eterna. El martes, Él nos dice que Él es el pan de vida, y que quien vaya a Él nunca tendrá hambre. El jueves, nos dice que el pan que nos dará es su carne. Y el viernes, cuando la gente le pregunta: “¿Cómo nos puede dar a comer su carne?”, Él responde: “A menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre no tendrán vida dentro de ustedes.”
En cada paso, Jesús podría haberse echado atrás, suavizado su significado, matizado sus palabras. Pero Él no lo hizo. En su lugar Él les dio fuerza a sus palabras, profundizó en su significado, e insistió en que había querido decir lo que dijo.
La pregunta es: ¿podemos tomarle la palabra a Jesús o no?
A menudo estamos en el camino gradual del discipulado. A veces estamos un poco más cerca, a veces caemos un poco más alejados. Pero llega un punto cuando no hay medias tintas — o tomamos el próximo paso con Jesús o nos alejamos de Él definitivamente. Y esto es lo que sucede en el evangelio del sábado: “Como resultado de esto, muchos de sus discípulos regresaron a su antigua forma de vida y dejaron de caminar junto a Él.” Todos enfrentamos esa escogencia cuando llegamos a las duras palabras de Jesús.
San Esteban — cuya historia escuchamos esta semana — tomó el paso con Jesús. El creyó y predicó que Jesús era el Cristo, en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Él fue apedreado hasta morir por esto.
San Atanasio, el obispo de Alejandría — cuya fiesta celebramos esta semana— tomó este paso con Jesús. El creyó y enseñó que Jesús era consubstancial con el Padre. Fue desterrado siete veces por esta creencia.
Desde San Agustín y hasta Scott y Kimberly Hahn el día de hoy, un sinnúmero de personas a través de la historia de la Iglesia ha tomado este paso con Jesús, y nosotros celebramos sus historias.
Y acerca de nosotros: ¿Podemos aceptar la palabra de Jesús en toda su extensión? Si no podemos entonces, al final, no hay razón para ser un cristiano. Si podemos, al final, no hay forma de evitar el hecho de que Jesús es Dios y de que no hay salvación lejos de Él, que Pedro es el primer Papa, que el matrimonio es entre un hombre y una mujer y es indisoluble y, finalmente, que la Eucaristía es realmente su cuerpo y sangre. ¿Tomaremos las palabras de Jesús, o como resultado de estas duras palabras ya no caminaremos más junto a Él?
Las lecturas del evangelio de esta semana son acerca del Pan de Vida. Nos enseñan, cada día con una claridad creciente, que llega un punto donde enfrentamos el paso definitivo: O caminamos con Jesús o nos alejamos de Él. Al final, no habrá medias tintas.
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