Se supone que el agua viva fluye de nosotros, trayendo luz y vida a las personas con las que nos encontramos
El horario de verano finaliza el 4 de noviembre y comienza así una nueva forma de experimentar la luz y la oscuridad. También tenemos elecciones el 6 de noviembre, un juego de luz y oscuridad en su propia forma. De manera interesante, las Escrituras de esta semana hablan mucho de luz y oscuridad.
Enfoquémonos, por un momento, no en la luz y la oscuridad fuera de nosotros, sino más bien en la luz y la oscuridad que están en nuestro interior y que compartimos con otras personas.
Todos hemos experimentado dos patrones diferentes. A veces nos regocijamos, y compartimos nuestra luz con los demás de tal forma que se alejan de nosotros con más paz y alegría de la que tenían antes de encontrarnos. Otras veces estamos temerosos, agitados o estridentes, y compartimos nuestra oscuridad con otros de tal forma que se alejan de nosotros más agobiados y perturbados que antes. Todos hemos estado alguna vez en el momento de dar o recibir esta clase de interacciones.
El 9 de noviembre se celebra la dedicación de la Basílica de Letrán. Es la catedral del Papa, y por lo tanto el símbolo de la unidad católica. Uno de los grandes temas de las lecturas del día es “el templo” — el templo externo del judaísmo, el templo del cuerpo de Cristo, y de cómo cada uno de nosotros es el templo de Dios. Ezequiel tiene la visión del templo de Dios en el cielo y del agua que fluye de él. El agua se transforma en un río, y a continuación describe lo que sucede:
Cuando el río fluye, cualquier tipo de criatura capaz de multiplicarse vivirá, y habrá abundancia de peces, porque cuando desemboque en el mar, las aguas del mar se purificarán. A lo largo de ambas márgenes del río, crecerán árboles frutales de muchas clases, sus hojas no empalidecerán, ni fallarán sus frutos. Cada mes tendrán fruta fresca, ya que serán regados por el agua que fluye del templo.
Si nosotros somos el nuevo templo viviente de Dios, ¡esa es la norma para nosotros! El agua viva se supone que fluye de nosotros, trayendo luz y vida a todas las personas que nos encontramos.
El día después de las elecciones, el Evangelio seguirá siendo el mismo. Nuestra misión como discípulos todavía seguirá siendo la misma. Para la mayoría de nosotros, las circunstancias de nuestra vida diaria no cambiarán mucho. Seguiremos siendo llamados a ser la luz y a llevar la luz a los demás. Así que, ¿cuál norma escogemos: luz u oscuridad? ¿Los demás encontraran más paz, descanso, energía, alegría, quietud y sabiduría al estar con nosotros? ¿O después de un encuentro con nosotros estarán más inquietos, enojados, ansiosos, celosos, perturbados y saturados de habladurías?
Esta semana, a medida que experimentamos la luz y la oscuridad de nuevas maneras, comprometámonos a ser la luz en medio de cualquier oscuridad que nuestros días puedan traer.
