Columns/Opinions

FRENTE A LA CRUZ | ¿Cómo seguiremos y serviremos a Jesús?

Cuando nos encontramos con Jesús, Él nos presiona precisamente en los puntos que necesitamos cambiar

La Cuaresma da un giro importante esta semana.

Al principio de la semana, el profeta Isaías anuncia que Dios está “cerca de crear un nuevo cielo y una nueva tierra”. Ezequiel describe su visión del templo celestial, con el río de la vida fluyendo de su lado para llevar la salud a todas las naciones.

En una conjunción perfecta, las lecturas del evangelio muestran a Jesús haciendo la segunda y tercera señales en el evangelio de San Juan: sanar al hijo del oficial del rey y sanar al hombre inválido de la piscina de Betesda. Estas señales son cumplimiento perfecto de las lecturas de Isaías y Ezequiel: Jesús mismo es el río de la vida, que trae sanación.

Al final de la semana, sin embargo, el libro de la Sabiduría describe el terrible dicho: “Acosemos al justo, porque es desagradable para nosotros…Pongámoslo a prueba con rencor y tortura…Condenémoslo a una muerte vergonzosa”. El profeta Jeremías describe el complot de la gente contra él: “Destruyamos el árbol en su vigor, cortémoslo para que desaparezca del mundo de los vivos.”

Una vez más, en perfecta conjunción, las lecturas del evangelio muestran que los líderes judíos tratan de matar a Jesús, y como ocurre una división en la multitud por causa de Él.

¿Qué sucedió?

Al principio de la semana todo se confabulaba para mostrar las cosas impresionantes que Dios estaba haciendo por su pueblo. Al final de la semana todo se desmorona y la Semana Santa comienza a asomarse sobre el horizonte.

Lo que surge exactamente en el medio de estas cosas — el punto pivotante — es la fiesta de la Anunciación. Dios se hace carne en el vientre de la Virgen María. Esta es su mayor señal; es el significado por el cual Él creará el nuevo cielo y la nueva tierra. Eso es precisamente lo que el inconstante, corazón pecador de la humanidad no puede soportar. No puede soportarlo porque cuando Él viene, presiona precisamente en los puntos en los que necesitamos un cambio. Eso fue lo que dijeron los profetas. Eso fue lo que Jesús hizo. A los corazones y hábitos pecaminosos eso no les gusta.

Queremos pensar que lo haremos mejor, pero quizás no somostan diferentes del antiguo israel. El cuerpo de Cristo estaba presente físicamente hace 2000 años, y la gente encontró excusas para no creer en Él y para no servirle. El cuerpo de Cristo está sacramentalmente presente para nosotros el día de hoy en la Eucaristía, y la gente consigue excusas para no creer en Él y para no servirle. El cuerpo de Cristo está místicamente presente para nosotros en la Iglesia el día de hoy, y la gente encuentra excusas para no creer en Él y para no servirle. En nuestros días el cuerpo de Cristo está presente para nosotros en los pobres, y la gente encuentra excusas para no creerle y no servirle.

Como el pueblo de Dios a través de la historia de la salvación, queremos escoger la forma en la que Dios se presenta ante nosotros y como servirlo. Sin embargo, Dios no está satisfecho con nuestra elección. Hoy, a través de la historia de la salvación, Él lo demanda todo.

La Cuaresma gira esta semana en torno a la Encarnación. Y así lo hace nuestra vida espiritual. Cuando Jesús se presenta ante nosotros en cuerpo y alma, nos pregunta: ¿Me seguirías y me servirías? Las lecturas de la semana muestran como la humanidad pecadora ha respondido a través de toda la historia de la salvación. ¿Lo haremos nosotros mejor?