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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Para prosperar, debemos dejar de evitar la oscuridad

El adviento ofrece la opción de fomentar la disciplina de la esperanza, aun cuando las noches se hacen más largas

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Entramos hacia la época de mayor oscuridad del año, con los días más cortos y las noches más largas. Pienso que hay una lección para nosotros si estamos dispuestos a detenernos y preguntarnos, ¿somos capaces de esperar en la oscuridad?

Quizás el Adviento nos muestra que no somos muy buenos en eso — al menos, no espiritualmente. Nuestra cultura tiende a saltarse el Adviento. No podemos vivir en la oscuridad con esperanza. Así que tratamos de evitarla y nos aferramos a la luz de la Navidad.

La Navidad no es el problema — el problema es el aferrarnos y evitar.

Eso no significa que señalamos con el dedo acusando, sino que más bien es una evaluación espiritual honesta. Los estadounidenses no somos muy buenos para esperar. Después de todo, ¡fuimos los que inventamos la comida rápida y el microondas! Sin embargo, la oscuridad — física, psicológica y espiritual — es inevitable en la vida humana. En algún punto, si vamos a prosperar, no podemos seguir evitando la oscuridad. Necesitamos aprender a vivir en ella por un tiempo, y seguir hacia adelante con paciencia y esperanza — aun, y especialmente, cuando no vemos el crecimiento de la luz.

El Adviento es un terreno de entrenamiento en el cual desarrollamos la disciplina de la esperanza. ¡El mundo necesita que desarrollemos esa disciplina! Vivimos en un mundo en el que se necesita desesperadamente la esperanza en medio de la oscuridad.

El optimismo es la creencia de que las cosas mejorarán porque es así como es el mundo, pero seamos honestos: El mundo a menudo nos decepciona, y nos decepcionara por su naturaleza fallida. La esperanza, por otra parte, mantiene que las cosas finalmente saldrán bien por causa de quien es Dios. Y es por eso por lo que “la esperanza no desilusiona” (Romanos 5:5): porque está arraigada en Dios, no en el mundo.

Abraham recibió la promesa de parte de Dios de que tendría descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo, tendría su propia tierra, serían una gran nación , y a través de él, todas las naciones serían bendecidas. Sin embargo, al momento de su muerte, Abraham solo tenía dos hijos y un terreno en el cementerio. Pasarían 2000 años antes de que todos los elementos de esa promesa se cumplieran, pero Abraham tenía fe en Dios. La fe le permitió fomentar la disciplina de la esperanza, y seguir hacia adelante, sabiendo que eventualmente la luz llegaría.

Esta semana escuchamos las poderosas palabras de esperanza del profeta Jeremías. “Pues se acerca la hora, — dice el Señor —, cuando levantaré a un descendiente justo del linaje del rey David”. Sin embargo, tenemos que darnos cuenta: Jeremías dijo estas palabras al inicio del Exilio en Babilonia, cuando la oscuridad solo estaba comenzando. Pasarían 500 años antes de que esa profecía se cumpliera, pero Jeremías tenía fe en Dios. Esa fe le permitió invitar a todo el pueblo de Dios a fomentar la disciplina de la esperanza, a seguir hacia adelante, con la seguridad de que la luz finalmente llegaría.

“No veo que las cosas mejoren”. Cuando decimos estas palabras estamos nombrando una especie de oscuridad. ¿Cómo respondemos a la oscuridad? ¿Tratamos de retirarnos, porque es difícil? ¿Nos enojamos con ella, en una especie de desesperación?

El Adviento nos ofrece otra opción: fomentar la disciplina de la esperanza, aun cuando las noches sean más largas.

Fomentemos esa disciplina en nosotros mismos, para que podamos ofrecerla al mundo.