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FRENTE A LA CRUZ | Presentamos acciones simbólicas a Dios para alabarlo y buscar misericordia

Dios le pidió al profeta Ezequiel que realizara acciones simbólicas — acciones que podrían revelar a los israelitas quiénes eran, y hacia dónde se dirigían. Vale la pena pensar acerca de ellas esta semana, en la que leemos del profeta Ezequiel.

Dios le dijo a Ezequiel que empacara sus cosas, cavara un orificio en la pared de la ciudad y que saliera encubriéndose con la oscuridad. Él estaba permitiéndole a Israel conocer que venía la época del exilio. Dios le dijo a Ezequiel que perdería “el deleite de sus ojos;” esa noche su esposa falleció. Él le estaba permitiendo a los israelitas conocer que Jerusalén, su ciudad amada, estaba a punto de ser destruida. Dios le dijo a Ezequiel que profetizara acerca del valle de los huesos secos y de su vuelta a la vida. Él le estaba permitiendo a Israel saber que habría un resurgir después del exilio.

Esto me hace preguntarme: ¿Cuáles son las acciones simbólicas de nuestros tiempos?

La visualización de pornografía parece ser una de ellas. Construir una pared en la frontera parece ser otra de ellas. Un agente del FBI y miembros del Congreso gritándose los unos a los otros parece ser una de ellas. Como las acciones de Ezequiel, estas nos dan una idea de quienes somos y hacia dónde vamos como país. Los vemos a ellos, y nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Es eso lo que realmente queremos ser?

Sin embargo, nosotros también experimentamos acciones simbólicas positivas.

Una persona se para en el púlpito como lectora, y de alguna manera eso parece simplemente correcto — proclamar la Palabra de Dios es simbólico de su propia vida. Una persona organiza una recaudación de fondos para el banco de alimentos, y les permite a otros tener la alegría de repartir la comida. De alguna manera captura perfectamente quien es él o ella. Alguien mantiene la puerta abierta, le da el paso a otro conductor en el tráfico, se queda trabajando hasta tarde para ayudar a un colega, y así sucesivamente.

Estas acciones positivas también son parte del carácter de nuestro país, y merecen ocupar más nuestra atención. Le agradezco al St. Louis Review que exhiba regularmente estos símbolos de bondad para nuestra contemplación.

Algunas veces le permitimos al medio seglar fijar nuestra atención sobre los símbolos negativos. Y nuestra reacción natural a lo negativo es la frustración y la indignación. Podemos vivir toda nuestra vida en ese ciclo de negatividad, frustración e indignación; pero ¿queremos vivir así?

Como una forma alternativa, podemos tratar de fijar nuestra atención en lo positivo, para lo cual nuestra reacción natural es de alegría y generosidad. Aunque, por supuesto, no podemos escoger ver solamente lo positivo. La palabra es una interacción de luz y oscuridad, y tenemos que dirigirnos a ambas partes. Siendo así, ¿qué podemos hacer?

Aquí les indico un ejercicio que puede ayudar. Piense de una acción simbólica de usted en su mejor momento. Preséntesela a Dios, para alabarle. (¡Gracias, Dios, por hacerme una persona capaz de comportarme así!) Piense de una acción que simboliza su peor momento. Preséntesela a Dios, e invoque su misericordia. (¡Lo siento, Dios, que soy la clase de persona capaz de hacer esto!)

Presentar toda nuestra vida a Dios — lo bueno para su alabanza, lo malo para su misericordia — puede ser la clase de acción simbólica que nuestro país necesita justamente ahora.