FRENTE A LA CRUZ | El papel de María es el de la madre física y espirituale
En la fiesta de María, Madre de la Iglesia, celebremos su papel en nuestras vidas y en la Iglesia
En 1980, en una reunión de estudiantes universitarios en Roma, un joven le señaló algo al Papa Juan Pablo II: entre las 162 estatuas de la plaza de San Pedro, no había ninguna imagen de nuestra Madre Santísima. El Papa respondió con su audacia característica: “¡Pues bien, terminemos la plaza!” Para finales de 1981, se instaló en la plaza el mosaico de la imagen “Mater Ecclesiae” (Madre de la Iglesia) que puede ser visto desde cualquier lugar en la Plaza de San Pedro.
En el 2018, el Papa Francisco decretó que la Iglesia celebraría la fiesta de María como Madre de la Iglesia, cada año, el día después de Pentecostés. Esta semana celebramos esa fiesta el primero de junio.
¿Por qué llamamos a María “Madre de la Iglesia”?
Primero, en la natividad, María dio a luz a Cristo. Ya que la Iglesia es “el cuerpo de Cristo”, la natividad nos da una primera razón por la cual ella es Madre de la Iglesia. Podríamos decir que la Iglesia comenzó en su vientre.
Segundo, al pie de la cruz, cuando Jesús vio a María y a Juan, les dijo algo curioso e importante al mismo tiempo: “Mujer, he ahí a tu hijo”. ¿Por qué Jesús la llama “mujer”? Esto parece más bien impersonal.
Sin embargo, en el evangelio de San Juan, cada vez que a alguien se le da un nombre (mujer, la mujer samaritana, el discípulo que Jesús amó, el ciego de nacimiento, etc.) significa que no se trata de un individuo en particular sino también de un símbolo. ¿Qué valor simbólico tiene el título de “mujer” al pie de la cruz?
Es una referencia a la primera mujer — Eva — quien, como está escrito en el Génesis, se transformó en “la madre de todos los vivos”. Jesús nombró a María como la nueva Eva, la madre de todos los que tienen una nueva vida en Él. Así como Jesús es el rey que reina desde la cruz, María es la nueva Eva que se transforma en la madre de la Iglesia — de todos los que creen en Él — al pie de la cruz.
Tercero, podemos preguntarnos: ¿qué hacía María en Pentecostés? La respuesta es simple: ella estaba intercediendo por los apóstoles. El Espíritu Santo ya había descendido sobre ella en la Anunciación; como resultado, la vida de Cristo llegó a existir dentro de ella físicamente. Ahora ella estaba orando para que la misma cosa pudiera suceder espiritualmente a los apóstoles. ¡Y así fue!
Pentecostés es considerado el nacimiento de la Iglesia. Es correcto que María estuviese allí. Ella estuvo presente como la madre física en la natividad. En Pentecostés ella está presente como madre espiritual.
Por esta razón, la Iglesia nos da tres lecturas para el día de esta fiesta: la lectura del Génesis sobre Adán y Eva, la lectura de los Hechos de los apóstoles sobre Pentecostés, y la lectura acerca de María al pie de la cruz. Esas lecturas nos muestran el patrón bíblico para comprender a María como madre de la Iglesia. Lo que Dios le dio a Eva, lo profundizó en María. Lo que Dios le dio a María en la natividad, Él lo profundizó en la cruz y en Pentecostés.
Sin embargo, el papel de María como Madre de la Iglesia no es solamente una verdad acerca del pasado. María continúa intercediendo por cada uno de nosotros: para que Jesús pueda vivir en nosotros, y que nosotros podamos vivir en Él como miembros de su cuerpo. Ella cuidó de la vida física de Cristo en su vientre; ahora ella cuida nuestra vida espiritual en Cristo a través de sus oraciones. Esto la hace madre espiritual de cada uno de nosotros.
Al celebrar la festividad de María, Madre de la Iglesia, ¡disfrutemos de su papel — en la historia de salvación, y en nuestras vidas!