Columns/Opinions

FRENTE A LA CRUZ | Centremos nuestra atención en el Señor, no en el quebranto del mundo

¿En qué centramos nuestra atención?

Muchos de nosotros ponemos atención a las noticias a primera hora de la mañana mientras nos alistamos, y luego en la tarde cuando estamos cansados de un largo día. ¿Dónde fijamos nuestra atención en esos momentos de vulnerabilidad? Las noticias tienden a centrar nuestra atención en las peores cosas que han sucedido en las últimas 24 horas, y a menudo seguimos esa tendencia.

De ninguna manera estoy sugiriendo que ignoremos las cosas malas que suceden. El mundo está lleno de rupturas, y Jesús nos llama a remediar este quebrantamiento. No podemos brindar remedio si no sabemos qué es lo que necesita arreglo.

Sin embargo, las Escrituras para esta semana nos desafían con una pregunta: ¿En qué centramos nuestra atención?

Escucharemos acerca de San Esteban, uno de los primeros diáconos. Él fue acusado ante el Sanedrín, luego apedreado por una multitud enardecida. Esteban estaba consciente de estas cosas, pero no se centró en ellas. Él es un ejemplo perfecto de lo que leemos en el Salmo 119: “Aunque los poderosos conspiren contra mí y hablen en mi contra, tu siervo medita tus normas.” Esteban vio que los cielos se abrieron, y se centró en Jesús. Como estaba centrado en Jesús fue capaz de seguirlo: El pidió perdón para aquellos que lo estaban matando, incluyendo a un hombre joven llamado Saulo.

También oiremos hablar acerca de Ananías, uno de los primeros cristianos, a quien Dios le pidió que fuese a buscar a Saulo que estaba ciego, y que lo sanara. Saulo había venido a Damasco a perseguir a los cristianos. Ananías estaba consciente de la historia de Saulo y de su propio miedo. Sin embargo, se centró en lo que el Señor le pidió que hiciera. Él fue a sanar a Saulo. Saulo se convirtió y se transformó en uno de los grandes misioneros de los primeros tiempos de la Iglesia.

En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas nos cuenta sobre la severa persecución a la Iglesia que estalló en Jerusalén. Sin embargo, él nos dijo otras dos cosas. 1) Como resultado de la persecución, los discípulos huyeron a otras ciudades y predicaron el Evangelio allí. 2) La Iglesia completa estaba en paz. San Lucas no ignoró las cosas malas que estaban sucediendo, pero tampoco se centró en ellas. Y él no nos permite centrarnos en ellas. Él dirige nuestra atención a algo más: los buenos frutos del sufrimiento, y la paz que da el Espíritu Santo en momentos de tribulación.

Toda esta semana las Escrituras nos ofrecen un reto y una lección. Tenemos la tendencia a permitir que los medios centren nuestra atención en las cosas malas que están sucediendo en el mundo. Realmente están sucediendo cosas malas. Sin embargo, si escuchamos las Escrituras y aprendemos su lección, puede haber mejores cosas en las que enfocarnos.